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Transcurrió una semana. Jin GuangYao había estado esmerándose mucho en no tropezar con el hombre más alto y no sentir su alma evaporarse de temor y congoja. Al contrario, siempre esperaba encontrarse con Lan XiChen o llegar acompañado de este, eso le daba más confianza y consuelo de alguna manera, como la vez anterior.

Afuera había una lluvia estruendosa, así que usaba una chaqueta impermeable holgada amarillenta que lo hacía ver incluso más pequeño, se despojó de esta, sin saber qué hacer y también dejó su paraguas de lado, entonces Lan XiChen lo encontró.

Su gesto perenne lo ha mermado, Jin GuangYao trató de similar su sonrisa.

—Buenos días... —Su voz se apagó con la última palabra al verlo empapado y en seguida se mostró solícito—. A-Yao, estás completamente empapado.

Durante la mañana el motor de su vehículo no había querido arrancar, parecía congelado por el mal clima y él estaba apurado, por supuesto no iba a esperar más, decidió venirse a pie ya que los taxis tampoco se detenían. Sí, había llegado tarde para recoger su siguiente caso.

—Hubieron problemas durante la mañana. —Resopló, tanteando su cabello húmedo y despeinado—. Espero tengan mi caso.

Se había acercado a la recepción sin importar si abandonaba a Lan XiChen en la entrada, su sonrisa se desvaneció en cuando le informaron que su caso había sido atendido por otro abogado temprano en la mañana. Jin GuangYao asintió comedido y comenzó a caminar hacia el pasillo principal en dirección a su oficina.

—A-Yao, tus cosas... —El médico levantó la chaqueta que destilaba y el paraguas, GuangYao se detuvo entonces, casi y se abofetea, ¿Qué le sucedía? ¿Es esto mala suerte? Lo último que le faltaba era chocar con su ex al voltearse.

—¡Cierto! —Se apresuró a tomar sus cosas y luego del mismo modo se fue, su amigo lo siguió con un latte caliente en su diestra que esta vez no había comprado para Nie MingJue. Contempló al otro hombre ordenar la chaqueta en un perchero y su paraguas en un bote, luego sacudirse el cabello en su asiento y abriendo una carpeta.

—No te quedes ahí, puedes pasar. —Le ofreció una cálida sonrisa. Lan XiChen se ubicó en una butaca frente a él, hasta rosar los zapatos brillosos—. Te traje un café para comenzar el trabajo como se debe.

—Muchas gracias. —Lo recibió y le dio un pequeño sorbo. Respingó en su asiento a la vez, ventilándose con una mano—. ¡Caliente!

Lan XiChen rió de dientes, apoyándose en el respaldar de la butaca, satisfecho de que el día comenzará bien para él y aún así no presidió la interrupción de una secretaria golpeando la puerta y dejándose ver con un acopio de carpetas aferradas al pecho.

—Discúlpeme, Doctor, por fin lo encuentro. Llegó una llamada del Hospital General hace unos minutos, solicitando su presencia. Tienen un caso para trasladarlo aquí y la Policía ya está por allá...

—Oh, voy en seguida. —Se afirmó en el respaldar de la butaca, luego cuando la mujer se retiró, le ofreció una nueva sonrisa a su compañero, tensa pero sincera—. Ten un buen día, llámame si necesitas cualquier cosa. —Jin GuangYao asintió apacible, con el latte entre sus manos para calentarse.

Cuando Lan XiChen abandonó la oficina, la puerta se quedó media abierta, dando paso a una presencia inesperada. Jin GuangYao jugaba con la tapa de su vaso que no lo notó a tiempo, lo supo sólo cuando escuchó la puerta cerrarse sin cuidado. Al alzar la mirada se sobresaltó en su asiento de inmediato al ver a Nie MingJue dentro de su oficina después de tanto tiempo, el hombre alto en ningún momento se había atrevido a entrar porque de todos modos no tenía nada bueno que hacer ahí.

Sé que mientes a ti mismo | Mo Dao Zu ShiWhere stories live. Discover now