Capítulo 2

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Kaylee

Juro que quise ser amable con el vecino.

Pero entonces me analizó de arriba a abajo y ni siquiera se molestó en disimular su desprecio, lo cual hizo que todas las palabras de agradecimiento que tenía pensado pronunciar se esfumasen por completo de mi boca.

Así que cogí las deliciosas galletas y cerré la puerta en sus narices sin ningún remordimiento. ¿Quién se cree que es ese sujeto para ir juzgando la vestimenta de los demás?

El sonido del móvil me saca de mis pensamientos, y atiendo la llamada mientras me recuesto en el sofá.

—Kay —es Brandon, uno de mis mejores amigos —¿Cómo va esa mudanza?

—Bien —suelto un suspiro —Ya terminé de colocar todo.

—Perfecto, haremos una fiesta de inauguración en tu depa —dice a través de la línea —Se lo diré a los demás.

—Okay, encargaros del alcohol, yo compraré hamburguesas —murmuro —Os espero cuando salga del trabajo.

—De acuerdo, ahí estaremos sin falta —es lo último que pronuncia antes de colgar.

Brandon, junto con Dean y Eric, son mis mejores amigos desde el instituto. No tengo amigas, siempre me gustó más juntarme con chicos. Podía ser yo misma, y me lo pasaba genial con ellos.

Observo la hora en el reloj, percatándome de que solo me queda media hora para entrar en el trabajo. Hago un poco de pasta y como rápidamente, para luego coger mi patineta y dirigirme al restaurante.

Allí saludo a mis compañeros y me cambio en el vestuario.


Bruce

Intento estudiar desde hace rato, pero no puedo concentrarme debido al escándalo que está montando mi vecina de al lado. La misma maleducada que me cerró la puerta en la cara.

Ah, no, pero esto no se va a quedar así.

Me va a oír.

Salgo en su dirección y toco al timbre, cruzándome de brazos. Escucho cómo la puerta se abre y me recibe ella con cara de aburrimiento. ¿Eso que lleva es una gorra? ¿Acaso es rapera o algo así?

—¿Tú otra vez? —dice rodando los ojos. Entonces se reproduce una canción de reggaeton que me taladra los oídos. Es el género que, junto con el trap, menos me gusta.

Lo mío es la electrónica.

—¿Puedes hacer el favor de bajar eso? —inquiero molesto —Hay gente que trata de estudiar.

De repente, un chico aparece tras ella, interrumpiéndonos. Vaya, así que no estaba sola.

—Kay, ¿quién es? —pregunta este con el ceño fruncido. Tiene el pelo rapado, un corte en la ceja y un piercing en la boca.

—El vecino de al lado —contesta enarcando una ceja en mi dirección —Que quiere que bajemos la música.

—¿Y eso por qué, brother? —dice como si me conociese de toda la vida —Vamos, entra y tómate unas cervezas con nosotros.

—Gracias, pero no bebo —respondo. Soy un chico sano, me gusta cuidarme.

Ellos intercambian una mirada, y el chico habla de nuevo.

—¿Un refresco, entonces?

Abro la boca para contestar, pero mi vecina se adelanta.

—No insistas, Brandon — me mira fijamente —Tiene que estudiar, ¿no es así?

Entrecierro mis ojos hacia ella. Quizás pueda molestarla un poco por el desaire que me hizo.

—Ahora que lo pienso, creo que necesito un descanso —murmuro, y sonrío internamente cuando aprieta su mandíbula.

—Así me gusta, carajo —el chico se aparta para dejarme pasar, y cuando lo hago, el olor a comida basura junto con alcohol inunda mis fosas nasales.

Ugh.

Pero lo que me sorprende es ver dos chicos más en el salón, los cuales supongo que serán sus amigos. Ambos me miran confusos cuando se percatan de mi presencia.

Vale, me siento un intruso.

—¿Y tú quién eres? —cuestiona uno de ellos, que es afroamericano y parece estar bastante musculado. El otro es rubio, de ojos verdes y más delgado.

—Soy Bruce, vivo al lado —me presento.

—Encantado, tío, yo Dean —dice el afroamericano, a continuación le palmea la espalda al rubio —Y él Eric.

—¿Qué vas a tomar? —interrumpe la vecina.

—Coca-cola está bien, gracias.

Ella asiente, desapareciendo de mi vista. Mientras tanto, los chicos me sacan tema de conversación.

Al otro lado de la pared ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora