Capítulo 5

13.1K 1.1K 133
                                    

Bruce

Un grito me sobresalta, causando que me incorpore rápidamente de la cama.

—Joder, ¿qué ha pasado?

Mierda, al final me quedé dormido con ella toda la noche.

Me giro hacia la vecina, quien tiene los ojos desencajados, como si no pudiera creer lo que está viendo.

—¿Qué mierda haces tú aquí? —escupe, y ruedo los ojos. Ya volvió su característica forma de ser.

—Estabas borracha, y me pediste que me quedara contigo —me encojo de hombros.

—¿Yo dije eso? —se da una palmada en la frente —Maldito alcohol...

—Bueno, ya me voy —me levanto de su cama, pero me detiene.

—Espera, contéstame una cosa —murmura, y la miro expectante —¿Pasó algo entre nosotros?

—Si te refieres a si hicimos el coito, no —contesto ofendido. Nunca me aprovecharía de una mujer en estado de ebriedad —Puedes estar tranquila.

Ella arruga su frente, mas no dice nada.

—Adiós —me despido sin esperar respuesta de su parte.

🔸️🔸️🔸️

Aprovecho que es domingo para llamar a Paula e invitarla a comer fuera. Ella acepta encantada, ya que tiene ganas de verme. Me dirijo al baño para tomar una buena ducha y así relajarme. La vecina siempre consigue irritarme con su actitud, aunque increíblemente ayer dormí como no lo hacía en mucho tiempo.

Llego puntual al restaurante que me sugirió ella y, dos o tres minutos después, aparece con su encantadora sonrisa.

—¡Bruce! —se lanza a mis brazos nada más verme —¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú? —sonrío —Te extrañé mucho.

—Yo también —dice apenada —Entre la universidad y el trabajo no tenía tiempo para nada.

—¿Trabajo? —inquiero con el ceño fruncido.

—Sí, en una tienda de ropa.

—Vaya, no sabía —digo con sinceridad. No la hubiera molestado entonces, estará agotada.

—No te preocupes, mi jefa me dio el día libre.

Después entramos en el restaurante, el cual está repleto de gente. Afortunadamente logramos encontrar sitio, y nos ponemos cómodos.

—¿Cómo están Nat, Alex e Iván? —pregunto curioso. Hace mucho que no sé de ellos.

—Están bastante estresados con los últimos exámenes —suspira —Hemos planeado irnos de vacaciones a la playa cuando acabemos. ¿Qué dices, te vienes? Se pondrán muy contentos de verte.

—Me encantaría, pero quiero aprovechar para ir al pueblo de mi padre. No lo veo desde hace meses.

—Oh, entiendo, no te preocupes —hace un ademán restándole importancia —Para la próxima.

Entonces la camarera se acerca para atendernos, y quiero que la tierra me trague en estos momentos. Es la vecina.
Parece igual de sorprendida cuando se percata de mi presencia, y frunce el ceño en dirección a Paula.

—¿Acaso eres Dios para estar en todas partes? —inquiere, irritada. Paula nos mira con confusión.

—Para tu información, soy ateo —respondo mientras leo la carta —¿Qué nos recomiendas, vecina?

Toma una respiración profunda y trata de ser amable, al fin y al cabo, no le queda más remedio. Decidimos hacerle caso y pedir lo que nos sugiere.

—Así que... ¿sois vecinos? —quiere saber Paula.

—Sí, por desgracia —ruedo los ojos —Es demasiado grosera.

—Vaya, a mí me pareció buena chica.

—Las apariencias engañan, créeme.

Tiempo después, la vecina nos sirve nuestro pedido y cuando lo pruebo tengo que reconocer que está exquisito. A Paula parece encantarle también.

Tras charlar por un largo rato, pago la cuenta y nos despedimos. Ha sido una comida muy agradable. Estar con Paula siempre es un placer, por eso no pude evitar fijarme en ella.

Aunque afortunadamente ya me olvidé de esa locura, y solo espero encontrar a alguien que me quiera de verdad, por lo que soy.

Al otro lado de la pared ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora