Capítulo 10

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Kaylee

¡Virgen Santísima, menudos músculos! Jamás me imaginé el tremendo cuerpo que escondía el vecino bajo esos jerséis de abuelo. Por poco se me cae la baba.

Y también las bragas.

Ahora me encuentro a solas con él, y juro que nunca me había sentido tan nerviosa. Bueno, sí, cuando tuve mi primera vez con el desgraciado de Jack, pero eso no importa. No paro de pensar en mi vecino desde ayer, y no lo entiendo.

—Oye, sobre lo de ayer... —sé lo que piensa decirme, todos son iguales, así que me adelanto.

—Olvidémoslo —menciono cortante —No nos atraemos, supongo que solo fue un momento de confusión por estar tan cerca. Ni tú eres mi tipo ni yo el tuyo.

Su expresión se vuelve seria de repente, y frunce sus labios.

—Tienes razón —masculla —Esa morena de allí sí es mi tipo.

Se levanta dejándome con la palabra en la boca. ¿Qué demonios le pasa? ¿Acaso no he dicho lo que quería escuchar?

Genial, ahora me he quedado completamente sola. Cojo mi vaso de ron y lo miro orgullosa:

—Tú nunca me fallas.

Bebo lo poco que queda de él y después me despojo de mi sudadera para ir a bailar, quedando solamente en top. No necesito a ninguno de esos idiotas para pasarlo bien. Como dice Bad Bunny, yo perreo sola.

Empiezo a moverme al ritmo de la música mientras diviso al estúpido de mi vecino hablando con esa morena. Su atuendo es de lo más elegante, y me quiero dar una bofetada por envidiar su belleza.

también tienes lo tuyo, Kaylee, aunque ese idiota no lo valore.

—¿Bailamos? —escucho una voz ronca detrás de mí, y me giro confundida. Oh, Dios, ¿este bombón se ha fijado en mí?Es un chico moreno con barba. Lleva una camiseta negra ajustada, y en su cuello alcanzo a ver un tatuaje.

—Por supuesto —sonrío. Él me agarra de la cintura, acercándome a él. Me saca como una cabeza y media, pero en comparación con Bruce es muy bajo. Agh, ¿por qué pienso en ese idiota? Ya debe haberse ido con esa chica.

Nos hacemos las típicas preguntas de cuando se conocen dos personas y este no tarda en preguntarme si quiero pasar un buen rato. Miro a mi alrededor en busca de Bruce y, efectivamente, se dirige a la salida con ella. Le invento la primera excusa que se me ocurre a James, que así es como se llama, y me cuelo entre la gente para seguirlos.

Entonces algo se quiebra dentro de mí cuando los veo caminar hacia un coche.

Cavizbaja, me dirijo a mi departamento con un completo caos en mi mente. ¿Por qué me afecta tanto? Ni siquiera somos amigos...

Bruce

«Olvidémoslo. No nos atraemos, supongo que solo fue un momento de confusión por estar tan cerca. Ni tú eres mi tipo ni yo el tuyo».

Sus palabras regresan a mi mente una y otra vez, poniéndome de mal humor. Pensé que quizás ella también se sentía atraída, y que podríamos llegar a darnos la oportunidad de conocernos más, pero me equivoqué como un jodido imbécil. Después cuando la vi con ese chico sentí que la sangre me hervía. A esa mujer no le importa nada ni nadie.

Por todos esos motivos sé que hice bien en conocer a Victoria, una chica que, por lo poco que he visto, parece madura y con las cosas claras, no como esa chiquilla que no sabe nada de la vida.

—¿Quieres que vayamos a tu casa? pregunta sacándome de mis pensamientos. Llevamos un buen rato besándonos en su coche, y la verdad es que ambos tenemos ganas de ir más allá.

—Sí, muero por tenerte —contesto antes de deslizar  mi mano por la parte interna de su muslo, percatándome del calor que emana de su cuerpo. Ella sonríe, mordiéndose el labio inferior, para luego arrancar el coche.

Va a ser una buena noche después de todo.

Al otro lado de la pared ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora