7. No lo digas

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¿Te gustan los dos?—Emma.

Estoy hecho un lío. No sabía que las relaciones fueran tan complicadas—Yo.

Bienvenido al mundo sentimental. PDT: ¿El buenorro de tú hermano sigue soltero allí?—Emma.

Sí. J. Estábamos hablando de mí. ¿Qué hago?—Yo.

Disfruta—Emma.

James parece un buen chico. No me gustaría hacerle daño—Yo.

¿James, te gusta?—Emma.

Sí—Yo.

¿Y el otro, el tal...?—Emma.

Tyler. Se llama Tyler. Sí, también me gusta. He tenido sexo con él—Yo.

¡Oh, My Good!, ¿Cuándo pensabas decírmelo?—Emma.

Te lo digo ahora—Yo.

¿Y cómo fue? ¿Te hizo sentir bien?—Emma.

Sí. Dolió, pero fue genial—Yo.

Bienvenido al mundo del sexo, ya no eres un mojigato—Emma.

¿Qué hago?, aunque me gusten los dos, no puedo tontear con los dos—Yo.

Sí que puedes—Emma.

No, tengo que decirle a James lo que pasó con Tyler—Yo.

¿Tyler te ha jurado amor eterno o te ha pedido salir?—Emma.

No, claro que no—Yo.

Ya, solo te la ha metido. No veo el problema. Tú no tienes una relación con ninguno de los dos, puedes hacer lo que quieras—Emma.

No esta bien—Yo.

Puede que ellos solo quieran pasárselo bien y tú le estás dando demasiadas vueltas. TÚ NO SALES CON NADIE—Emma.

No sé, tengo que pensar—Yo.

Vale, oye, vete a dormir y hablamos mañana... o pasado. Mañana tengo mi entrevista en el estudio de moda. Ya te contaré—Emma.

No pasa nada, ya te contaré. Y suerte—Yo.

Te quiero—Emma.

Y yo a ti—Yo.

Apagué la pantalla del móvil y lo dejé sobre la mesilla de mi cuarto. Había intentado dar con los chicos después de la comida, para que mi hermano pudiera conocerlos y me dejara tranquilo, pero no había podido localizarlos. Así que habíamos vuelto a casa. Bueno, solo yo. Al parecer David y Lauren y aran "muy amigos" y mucho más tras la noche pasada mientras bailaba en la discoteca del Malecón. Había quedado con ella para dar una vuelta. Andy se había pasado por el bufete por el que trabaja para dejarse ver unas horas y preparar un caso que llevaba en Wainscott. Yo había pasado la tarde solo, la mitad mirando la tele y la otra mitad hablando con Emma. Ya había caído la noche, y era una noche clara de verano, aún se escuchaban risas provenientes de las calles peatonales de los alrededores. Yo no tenía sueño, así que agarré un libro, El diario de Dorian Grey, y me puse a releerlo.

Tic. Tic. Tic.

Me pareció increíble que alguien estuviera lanzando piedrecitas a mi ventana como en esas pelis cutres de la tele. Dejé el libro encima de la cama, me levanté y me dirigí hacia la ventana con recelo, aparté la cortina, tiré del pestillo y la abrí. Con un poco de duda y expectación asomé la cabeza y miré.

Estrellas de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora