22. Como el primer día

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Me había quedado dormido sin pretenderlo. Fui abriendo poco a poco los ojos y descubrí que lo había echo sobre el regazo de James.

— ¿Se sabe algo?-pregunté realmente preocupado. El chico me miró desconcertado y luego negó lentamente—. Es culpa mía, lo siento muchísimo, esto era lo último que quería que pasara.

James levantó una mano y yo cerré los ojos y dejé que me rozara la cara con una suave caricia me dio un escalofrío y me hizo sentirme demasiado cómodo pese a estar en público.

—No es tú culpa—repitió—. ¿Estás bien?—me preguntó en voz baja.

—Sí—contesté abriendo los ojos y viendo en los ojos del chico algo de ternura hacia mí—. Solo son unos rasguños.

Miré hacia una ventana y descubrí que ya había amanecido. Debían de haber pasado varias horas.

—No creo que sean unos rasguños—repuso él mirando mi brazo lleno de sangre. Creo que aún van a tardar un poco en dar noticias de Ty, así que creo que deberíamos ir a enfermería para que te curen.

Me incorporé y noté en la cara de james un poco de alivio, pese a que no se había quejado de estar incómodo con el peso de mi cuerpo sobre el suyo en ningún momento. Seguía siendo un caballero.

—No—negué—. Prefiero quedarme aquí.

—Sí—contrapuso él—. Vamos ahora mismo a que te curen.

Él me miró con expresión divertida, como si el que yo le contradijera ya no le proporcionara irritación, si no que le hiciera gracia.

—Emmm—me quedé pensando un momento.

—Por favor—suplicó—. Ya me siento demasiado culpable por lo de James, por favor, vamos a enfermería.

—No eres culpable de nada—yo le rocé la cara esta vez—. No querías seguir con esto y eso es aceptable.

—Podría haberlo echo de otra manera—desvió la mirada de mi cara y se puso de pie con la intención de salirse con la suya—. ¿Vamos?

Asentí y me puse de pie a desgana. Él me agarró de la mano con cariño y me dirigió por el hospital. Cinco minutos después James y yo entramos en una pequeña sala de enfermería, aún agarrados de la mano. James parecía no querer soltar mi mano por si salía corriendo.

— ¿Te marchas?—me preguntó James mientras la enfermera me obligaba a quitarme la camiseta dejando al descubierto mi escuálido cuerpo.

—Creo que es lo mejor—respondí mientras ladeaba la cabeza aprensivamente hacia un lado, tras ver la sangre de mi costado.

—Son heridas superficiales—dijo la enfermera mientras dejaba un botiquín en un lado. Sacó una jeringa y me inyectó algo un poco más debajo de la herida—. Ahora vuelvo—dijo antes de salir por la puerta un momento.

— ¿Cuándo?—preguntó de nuevo—. No de inmediato ¿verdad?

—Me gustaría saber que Ty está bien antes—dije con timidez—. Pero después, sí, me iré, es lo mejor.

La mujer volvió interrumpiendo nuestra conversación, James se molestó por la interrupción pero no dijo nada. La enfermera empezó a curarme en silencio. Diez minutos después yo volví a mirarle a la cara mientras la mujer me tapaba la herida con una gasa. Una vez curado la mujer salió y yo me vestí de nuevo.

—Me hubiera gustado ser más maduro para que esto funcionara—me dijo con tristeza. James me ayudó a bajar de la camilla—. Lo siento, no he sido capaz. Nos he hecho daño. Pero te amo, eso no lo dudes. Nunca había amado a nadie tanto, pero la cuestión es que no se como hacerlo bien.

Estrellas de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora