15. Reacción equivocada

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Dejé que el tomara la iniciativa y de pronto me vi arrastrado por Ty hacia uno de aquellos sillones de la sala de espera. Sabía que estaba tomado y que aquello era absurdo. Entregarme a él para que se convenciera de que me importaba era absurdo. Sin embargo no me importaba hacerlo por él, pero no para convencerle de nada, sin no por que quería hacerlo. Al menos hasta que la cosa se puso fea.

—Ponte aquí, de rodillas—me lanzó contra el sofá y quedé como él me había pedido—. De espaldas.

Comencé a dudar de que fuera buena idea, por que no me había vuelto a besar desde que yo había accedido a complacerle. Se había limitado a arrastrarme hasta allí. Ahora estaba a cuatro patas sobre el sofá, mirando de reojo como él se quitaba la chaqueta, se subía los puños de la camisa, se soltaba los dos primeros botones, luego se soltó la correa y se bajó los pantalones hasta las rodillas.

—Ty...—titubeé.

—No digas nada—se acercó hasta mí y se apretó contra mi cuerpo. Metió las manos por delante de mi cintura y me soltó los pantalones—. No hables, haz que te crea.

—No así, Ty—ahogué un gritó cuando él tiró de la tela fuertemente y me dejó en calzoncillos de cintura para abajo. La tela de mis pantalones se arrugó en mis tobillos—. Solo confía en mí.

— ¿Tú confías en mí?—repuso él levantando un poco mi camisa y mi chaqueta con una mano mientras que con la otra me masajeaba el trasero.

—Claro que sí—cercioré—. Tú y James.

—Bien—el chico me dio un azote y yo grité—. Demuéstralo. Quédate quieto y solo siénteme.

— ¿Cómo va a demostrarte esto que eres importante?—pregunté mientras él me bajaba los slips y me dejaba desnudo de cintura para abajo delante de él—. Ya hemos tenido sexo antes, eso no demuestra nada.

—Shhh—me acarició el trasero y me dio otro azote—. He dicho que no hables.

Entonces me quedé quieto y le dejé. Y fue la primera vez que sentí que aquello no estaba bien. El sexo era algo bonito, un momento para compartir sentimientos, no el modo de demostrar nada. Me sentí raro cuando él presionó mi recto con su pene y se impulsó hacia dentro.

—Ah—grité de dolor.

Lo había echo sin preliminares, sin lubricación y sin preservativo. De una manera reseca y bruta. Como si lo único que pretendiera era desquitar su coraje sin importarle como me encontraba yo. Me sentí como un mero objeto.

— ¿Qué estás haciendo?—intenté removerme, pero él me sujetó la cintura con sus fuertes manos e impidió que yo pudiera moverme.

—Te follo, niño—jadeó mientras se retiraba de manera hosca y volvía a penetrarme duramente—. ¿Acaso no me sientes?

—Sí que te siento—gemí entre sollozos—. Y me estás haciendo daño. Para.

—No, no quiero—me agarró por el cuello con fuerza y tiró de mí hacia arriba. Mi espalda quedó pegada a su pecho y luego me mordió una oreja—. Recuerda que este es tu modo de hacerme creer que importo en esto aunque James te haya presentado como su novio.

—Pero no así, Ty, por favor—supliqué—. Me estás haciendo daño. Y además no te has protegido. Estás siendo imprudente.

—Estoy borracho, así que no me importa—se retiró y me penetró otra vez, y luego otra—. Solo quiero oírte gritar. Grita, Alexander. Yo fui el primero, no James, me lo merezco.

—No de este modo—me removí, pero el volvió a detenerme con fuerza—. Para, no quiero continuar, déjame.

—Si me apartas ahora, se acabó ¿Me oyes?—me amenazó—. No volveré a buscarte, ni volveré a tocarte. Si lo que quieres es estar con James solamente, te lo concederé.

Estrellas de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora