13. La playa

199 19 2
                                    

— ¡Alexander!—Andy me llamó desde la parte de abajo y yo corrí por las escaleras a toda prisa. Ty estaba junto a la puerta, con la mitad del cuerpo dentro de la casa y la mitad fuera. Tyler miraba a mi madre con cierto desdén y ella lo miraba a él con pena—. ¿No quieres pasar, Tyler?

Ty la miró de arriba abajo y luego levantó la vista por encima de su hombro y me miró a mí.

—Te espero fuera—me dijo antes de girarse y salir de la casa a toda prisa.

Yo ralenticé mis pasos y terminé de bajar la escalera poco a poco. Andy suspiró con culpabilidad y luego se giró para mirarme a mí.

— ¿Te quedas en casa?—le pregunté extrañado. No conocía a ninguna amistad de mi madre, pero era raro que ella se quedara en casa muy a menudo.

—Sí, tengo un caso—me dijo, y luego la dejé que me colocara un mechón de pelo en su sitio—. Pásalo bien.

Asentí y luego caminé hasta la puerta y salí a la calle. Ty me esperaba al otro lado del jardín, como si esperarme dentro del recinto de la casa le diera urticaria o algo parecido. Yo le comprendía, así que lo dejé estar.

—Hola—susurré tímidamente al llegar a él.

—Estás muy guapo—me dedicó una mirada y luego se acercó a mí y me agarró de la cintura—. Hola.

Me besó como siempre, exigente y posesivo, como si hiciera días en que no me veía en vez de horas. Me mordió los labios, luego echó una mirada hacia la casa y me agarró de la mano.

—Vamos—sonrió—. La fiesta es en la playa.

Me toqué los labios y luego dejé que me arrastrara por la acera. Cruzamos la parte sur del pueblo muy despacio. Ty sonriente y desenfadado, yo algo tenso por las personas con las que nos cruzábamos al bajar hasta la playa. Pero no estábamos solos en la playa, al parecer había más de una fiesta. Habían unas cuantas fogatas bajo los acantilados de roca, y muchos chicos riendo y bebiendo alrededor de ellas, se escuchaba el sonido de algunas guitarras entonando y alguna que otra voz cantando canciones de moda.

— ¿Crees que les caeré bien?—pregunté—. Estoy algo nervioso.

—Les caerás muy bien—Ty me soltó de la mano una vez que pisamos la arena y luego me condujo hasta una de las fogatas.

Me sorprendió que fuera James quien tocaba la guitarra frente a la fogata, y lo hacía muy bien. A su lado estaba Peer, que miraba la guitarra ensimismado y supe que era suya. Luego había una chica rubia de rodillas sobre la arena. Tenía el pelo corto a la altura del cuello, un pendiente en una oreja y en la otra nada. Llevaba puesto un vestido de gasa estampado en flores de colorines.

—Ella es Sabrina—me presentó Ty por encima de la música.

—Hola—sonreí, sin embargo la chica se limitó a saludarme con la cabeza de una manera hosca y fría. Me dejó claro que yo no le caía muy bien y supe por la manera en que miraba a Ty cual era el motivo.

—A Peer ya le conoces—prosiguió Ty sin darle importancia a la frialdad de su amiga—. Y él es Terence.

Terence era guapo y joven. Tan joven como Peer, pero más alto, con el pelo castaño y pecas en la nariz. Tenía una manos grandes y sujetaba un vaso de plástico que supuse que llevaba alguna clase de bebida alcohólica.

—Hola—una chica saludó a nuestras espaldas y me giré para mirarla. Pero no llegaba sola. Llegaba cogida de la mano de David. Y ver a mi hermano allí, me sorprendió un poco más—. Debes de ser Alexander ¿Verdad?—preguntó y yo asentí—. Me han hablado mucho de ti.

Estrellas de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora