19. Unos cuantos rasguños

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No me había llevado nada, así que no tuve más remedio que volver a casa a toda prisa. Allí intentaría localiza a alguno de los dos para que alguno de ellos me explicara que narices hacía pasado y por qué ahora estaba todo mal. No hizo falta nada de aquello que yo había planeado, tampoco hizo falta que yo enfocara mucho la vista, pese a ser de noche, para verle. Ty estaba allí; su moto aparcada frente al portal y él sentado en los escalones de mi casa, con la cabeza entre las rodillas y la mirada perdida.

— ¡Ty!—sin mirar la calle, la cruce a toda prisa y corrí hasta él.

Él levantó la cara y me miró fijamente. Estaba todo golpeado. Tenía magulladuras en la cara, en el cuello, en los brazos y en los puños. Y mucha sangre.

—Peer me ha dicho que te has peleado con James—me quedé muy sorprendido—. ¿Que ha pasado?

— ¿Cómo he podido dejarme engatusas por un niño insulso y estúpido como tú?—ironizó.

—No se que ha sucedido—le dije yo molesto—. Pero te estás pasando.

— ¿Me estoy pasando?—rió amargamente y se puso de pie con mucha destreza de la que parecía. Estaba como si le hubiese pasado un tren por encima, pero sin embargo no parecía dolerle nada—. Debería darte un puñetazo y luego debería marcharme y olvidarme de ti. Acabar con esta gilipollez.

Me separé un poco por que algo en su mirada me hizo cerciorarme de que estaba hablando en serio.

—Tyler...

—No digas nada—me enseñó los dientes y me advirtió con un dedo—. No sigas riéndote de mí por que voy a perder los nervios y no quiero hacerte daño.

— ¿Qué es lo que te pasa?—suspiré agitado—. ¿Por qué me dices todo esto?

— ¡Estabas con él ¿Verdad?!—me gritó dando un paso hacia mí y haciendo que yo me sobresaltara y retrocediera. Ty rompió a reír con amargura—. Le ha faltado tiempo para ir a contarte todo. Al final le eliges a él. Lo he sabido desde el principio. Yo confío en tú cara de niño bueno y a ti falta tiempo para ir detrás de él. Habéis jugado conmigo, todo esto era solo un juego, hasta que el se cansara y ahora me dais la patada. Y luego soy yo el cerdo asqueroso.

—No sé de lo que estás hablando—repetí—. ¿Te refieres a James?

— ¿A quien si no?

—Yo no he visto a James en todo el día—expliqué—. Vengo del muelle pero he estado solo.

—No te creo—me soltó.

— ¿Por qué no?—suspiré—. Es la verdad. Oye tienes que decirme que es lo que ha pasado.

—James me ha confesado que creer que puede estar enamorado de ti—me dijo—. Dice que ya no cree que sea buena idea que sigamos juntos los tres. ¿Acaso no lo ves? Te quiere solo para él. Me ha dado la patada y me ha dejado fuera.

—Cálmate—le pedí—. Mírame, Tyler. Nadie te ha dado ninguna patada y nadie te ha dejado fuera de nada. Yo te quiero a ti al igual que él.

— ¿Entonces no le has visto?—me preguntó mientras me agarraba de una mano.

Negué con la cabeza.

—Peer me lo ha contado—le dije—. Bueno, me lo he encontrado en el muelle y más bien me ha reclamado. Ha sido horrible. Dice que os habéis pegado.

—Peer—repitió él confuso—. Dios, estaba tan dolido y tan enfadado con James. Ni siquiera he visto a Peer allí.

—Pues parece que estaba—recalqué.

Estrellas de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora