𝕋3𝕏ℂ39: La trenza

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“Debes ser libre, salirte de esta mierda”

— Cris ¿Dónde ha estado Paulina todo este tiempo? — dijo el Sr. Leopoldo Valdés

— No lo sé señor, desde hace un par de meses la señorita Paulina dejo su departamento, eso sí, recibió una carta y una llamada después de allí se puso muy rara y desapareció — dijo Cris, la mucama de los Valdés

Leopoldo se quedó pensativo y confundido y Cris solo lo miraba.

(…)
— Haber chicos, es muy sencillo el trabajo, prácticamente lo haré solo, nadie nos tiene que ver, debemos de pasar desapercibidos — dijo Leonardo

— aún estamos a tiempo de no acabar con esto Leonardo — susurró Paulina nerviosa

— Si no vas a ayudar, no me estorbes, esto se acabará cuando ellos paguen todo lo que me hicieron solamente recuerda que si te echas para atrás, tu abuelo pagará — susurró Leonardo

Paulina bajo la cabeza y Leonardo siguió hablando y dando órdenes, los ojos de ella solo se inundaron de lágrimas.

— Es momento de empezar ¡A los carros!— dijo Leonardo

Los hombres que estaban trabajando con él, siguieron sus órdenes y se subieron en las camionetas que habían asignados para el trabajo.

Paulina se limpio sus lágrimas y camino hasta el coche que se le había asignado a ella para llevar a cabo su parte del plan.

Se subió al coche, se puso sus lentes y Leonardo se acercó al coche, ella bajo la ventana y él se recargo

— Solo te recuerdo que si no lo haces, ya sabes cuáles son las consecuencias— dijo Leonardo con una sonrisa malvada

— Lo se, no lo tenés que repetir millones de veces, creeme que todos los días me retumba en la puta mente que tengo que hacer esto — dijo Paulina enojada

— Que te vaya bien...amor — dijo Leonardo con una sonrisa

Paulina rodó los ojos y subió la ventana, arranco el coche y se fue rumbo a su destino.

(…)

—¿Enserio no querés que yo vaya por la nena Emi?— dijo Claudio confundido

— yo puedo ir, quiero caminar por las calles de la ciudad que deje, además que me hace bien — dijo Emilia sonriendo

— Está bien solo cuídate por favor — dijo Claudio no tan convencido, sentía algo, presentía que no iba a salir algo bien pero no sabía lo que iba a pasar

Emilia le dió un pequeño beso a Claudio, tomó su bolso y salió de la casa, Claudio la miraba mientras ella se iba alejando.

— Cuídate mucho — susurró

(…)

Emilia entro a una farmacia dónde estaba el doctor que había visitado hace unos días atrás, tomó el sobre de los resultados de un análisis que se había echó y salió.

Una camioneta se estacionó enfrente de ella y salieron hombres encapuchados, tomaron a Emilia a la fuerza y la metieron a la camioneta.

Le pusieron un costal en la cara mientras la respiración de Emilia aumentaba, ella no dejaba de llorar.

La camioneta se metió a un lugar abandonado después de tanto caminó, casi a las afueras de la Ciudad, en un lugar donde nadie los iba a encontrar.

La bajaron de la camioneta, ella no dejaba de llorar más no lo mostraba, estaba asustada, solo quería ver a Claudio y a su familia.

La sentaron en una silla y la amarraron, después le quitaron el costal de la cara y estaba enfrente de la persona que menos quería: Leonardo Ponce de León, quien tenía una sonrisa enorme.

—¿Me extrañaste amor?— dijo Leonardo con una sonrisa

—¿Por qué me haces esto Leonardo? Yo no te he echo nada, déjame ir, quiero ver a Martina — dijo Emilia llorando

— Claro que no te dejare ir pero para que veas que soy bueno contigo, podrás ver a Martina todo el tiempo que quieras, de hecho ya viene en camino — dijo Leonardo con una gran sonrisa malvada

— Ni se te ocurra tocarle un pelo a Martina, no sabes de lo que soy capaz — dijo Emilia con odio

Leonardo comenzó a reír — No soy un pedófilo Emilia y descuida, no le tocare ni un pelo a Martina, nos vamos a divertir mucho Emilia — dijo Leonardo y dejo a Emilia confundida

Hizo una señal y sus hombres agarraron a Emilia, mientras ella gritaba se la llevaron a un cuarto oscuro, la metieron y la encerraron allí, no había nada más que un colchón.

Emilia se fue a un rincón, se abrazo de los pies con sus manos y comenzó a llorar, desconsoladamente, solo quería salir de allí o al menos ver por última vez a su familia.

(…)
Martina estaba admirando toda la ciudad por la ventana del coche, Paulina la miraba por el retrovisor, no quería dañar a esa pequeña, le recordaba a ella cuando estaba pequeña.

Una sonrisa se le formó en su rostro, luego desapareció y se formó una cara de tristeza, tenía que elegir entre salvar a su abuelo o salvar a Martina.

Llegaron al departamento de Paulina, no pensaba llevarla aún con Leonardo, necesitaba pensar; por primera vez en su vida, le estaba preocupando las consecuencias.

Entraron al departamento y Martina corrió emocionada, había demasiadas cosas lindas, cámaras, computadora, todo rosado, como a Martina le gustaba.

— Pau esto está muy lindo — dijo Martina sonriendo

La sonrisa de la nena la llenaba de vida, Paulina sonrió y dejo sus cosas en su mesa, se sentó en su sofá y se tomó la cabeza con frustración, Martina la miro y se acercó a Paulina.

— Eso no me gusta, mi tía Elena, mi mami y mi papi cuando se toman la cabeza así es por qué algo les preocupa o están tristes, así que puedes confiar en mí; cuéntame qué tenés — dijo Martina preocupada

Paulina sonrió triste
— Es que una amiga no sabe que hacer, está la vida de su abuelo en sus manos, depende de lo que haga ella, si no cumple con un plan que alguien la obligó a hacer, matarán a su abuelo pero ella no quiere dañar a la pequeña que tiene pero tiene que salvar a su abuelo — dijo Paulina

— Mira, eso suena algo complicado pero yo te recomiendo que sigas a tu corazón; mi tío Aris me dijo una vez que hay que seguir lo que dice nuestro corazón por qué el nunca se equivoca — dijo Martina

Paulina sonrió
— Dime entonces ¿Que dice tu corazón?— dijo Martina

— Que salve a mi abuelo — dijo Paulina sonriendo triste

— Entonces hazlo aunque me cueste a mí, solo piensa también en lo que diría tu abuelo ¿Realmente quisiera está vida él para ti? — dijo Martina sonriendo

Paulina se sorprendió ante las palabras de la pequeña Martina, se quedó pensando en una canción que su abuelo le cantaba cuando ella estaba pequeña.

“tu no vas a caer como este viejo, que dejó de cantar por un amor, debes ser libre, salirte de esta mierda, no haga caso a lo que digan, no quieren que florezca”

Aprender a Quererte T3   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora