Mi total agradecimiento a @Annette-san quien se encargo de realizar la portada, separador y banner para está historia ♡
Sakura dejo Japón cuando tenía 12 años, una reciente invitación al reencuentro con sus antiguos amigos de infancia no deja de dar...
Sus parpados se abren de golpe, las cortinas están cerradas, pero la luz se filtra con claridad, rápidamente se sienta y lleva su mano a su cabeza debido al daño que le causa la luz que hace mucho no veía. Sus pies se colocan en el suelo y es cuando se encuentra con aquellos ojos azules observándola desde el sofá de la esquina de la habitación completamente desconocida para ella.
- Buenos días, Sakura.-
- Naruto.-
Intenta tranquilizarse, Sasuke le prometió libertad, pero todo sucedió tan rápido, que no sabe que pensar. Sin embargo la cadena no está rodeando su pie y eso le da una ventaja.
- Quiero ir a nadar. ¿Me acompañas?...- La pregunta flota en el aire, escapar es el único pensamiento que existe en su cabeza.
Él se levanta del asiento y se acerca a ella, lleva una camiseta celeste que combina con el color de aquellos ojos que no le serían indiferente a ninguna persona.
- Claro.- Ella titubea.
Él sonríe.
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Se mantiene quieta abrazando sus rodillas en la orilla del río observando al rubio flotar en el agua con la mirada en el cielo. Este es el momento de huir se ha repetido constantemente en su cabeza desde que salieron de aquella casa. Incluso en ese preciso instante correr hacia el bosque le parece una de las mejores opciones que tiene, sin embargo permanece quieta, dibujando con un delgado palo círculos en la tierra mojada, cansada, y temiendo el futuro. Parecen estar lejos de la ciudad y eso la tranquiliza un poco.
- Ven a nadar, Sakura...-
Sus ojos verdes lo miran y cierra sus párpados con fuerza y encoge sus hombros cuando él le arroja un poco de agua con sus manos en su dirección.
El agua esta helada.
- Ven aquí, Sakura.-
Sus pies se mueven, su vestido de piyama se moja.
- Pican.- Ella menciona acercándose a él, algo asustada.
- Son peces.- Él rubio sonríe.- Con hambre.
La pelirrosa inclina su mirada, y el agua bastante limpia le permite apreciar peces pequeños de color negro acercándose a sus piernas. Hunde su cuerpo y abre sus párpados para verlos con más claridad, unos son más pequeños que otros. Y agarra uno con sus manos que se escapa con la misma rapidez en que fue sujetado.
Cuando su cabeza sale a flote una sonrisa curva su boca, entonces deja su cuerpo hundirse nuevamente en el agua una y otra vez.
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