2. Es perfecta

3.3K 175 11
                                    

Entre trabajo, eventos y la familia, Amelia y Luisita se encontraron con que los meses habían pasado en un abrir y cerrar de ojos y el momento en el que se cumpliría el final del embarazo de la rubia estaba cada vez más cerca. Afortunadamente, y aunque era la primera vez que Luisita pasaba por un embarazo, no eran madres primerizas y tenían las cosas todo lo controladas que las podían tener. Un bolso con lo imprescindible para el momento de salir corriendo al hospital, ropa de bebé (en su mayoría heredada); una pequeña cuna en la habitación de matrimonio para el nuevo miembro de la familia, a quien pasado un tiempo prudencial, trasladarían a la habitación donde estaba la cuna de Carla; pañales y demás productos de higiene, biberones, el sacaleches a mano y un paquete de fórmula por si las moscas, ya que con Carla no había sido posible conseguir amamantarla como habrían querido.

Todo eso les propicionaba algo de tranquilidad, aunque, como era de esperar, estaban entusiasmadas, algo nerviosas y con ansias de conocer a la que sería su benjamina. Y toda esa mezcla de sentimientos se intensificó cuando Luisita rompió aguas en la cocina cuando estaba a punto de darles la merienda a Oli y a Carla. Amelia no estaba en casa.

–¿Ma? –fue todo lo que dijo Oliver cuando vio a su madre dar un paso hacia atrás y mirarse los pantalones, que estaban cada vez más mojados.

–Oliver, cariño, llama a mamá y dile que Daniela ya viene.

–¿Qué? –Oliver abrió los ojos como platos–. Mami, ¿estás segura?

–Sí, mi amor, llama a mamá, por favor –insistió dulcemente, tratando de no ponerse nerviosa–. Yo mientras le daré la merienda a Carla, que con su edad no va a entender que no se la esté dando ya –Carla respondió quejándose del hambre que sentía y Oliver asintió con firmeza y se acercó con decisión al teléfono.

Amelia, que estaba en su despacho, respondió bastante rápido, ya que siempre que veía que la llamada procedía de su casa o del móvil de su mujer, procuraba descolgar sin perder tiempo, especialmente sabiendo que Luisita podría ponerse de parto en cualquier momento, aunque ignoraba que justo en ese momento iba a ser ese el motivo de la llamada.

–Luisi, cariñ...

–Mamá, soy Oliver –la interrumpió nervioso–. Mami... –hizo una pausa para tragar, lo que hizo que Amelia se apresurase a intervenir.

–Oli, mi amor, ¿le ha pasado algo a mami? –preguntó intentando mantener la calma.

–Se ha hecho pipí encima –informó inseguro–. Dice que Dani ya viene.

Amelia sintió su corazón acelerarse, se levantó de su silla y tuvo que respirar hondo antes de hablar.

–¿Pero mami está bien? –preguntó Amelia para saber si tenía que agobiarse y explicarle a su hijo de siete años cómo llamar a una ambulancia, o si había tiempo para que Amelia volviera a casa y fuese ella quien la llevara al hospital.

–Mami, dice mamá que si estás bien –informó Oliver mirando con el ceño fruncido a Luisita. Esta estaba dándole la merienda a Carla, pero a Oli le parecía que a veces ponía una cara rara. Luisita apretó los labios, asintió y respiró hondo.

–Dile que venga rápido, pero con prudencia, que ya sabe que estas cosas van para largo –Luisita usó un tono un poco elevado con la esperanza de que Amelia la escuchara, ya que no creía que Oliver fuese a repetir totalmente bien el mensaje.

–Mamá... –dijo Oli al teléfono, casi en tono de súplica.

–La he escuchado, cariño. Voy para allá, ¿sí? Lo has hecho muy bien, sigue ayudando a mami en lo que te pida –Amelia colgó sin esperar respuesta y, sin perder tiempo, salió rumbo al coche para irse a casa.

Sempiterno II: InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora