3. Tarde en familia

3.1K 162 13
                                    

Perdonad la tardanza en actualizar, la trama actual no me ayuda mucho con la inspiración, la verdad, aunque ahora con la cuarentena intentaré escribir más.

A continuación, un capítulo pequeño, ligero de leer y sin dramas.

*En el capítulo anterior, la nueva incorporación a la familia llegaba por fin al mundo tras un parto sin complicaciones.

-------


–Amelia, recuérdame otra vez por qué demonios hemos tenido un bebé cuando Carla tiene aún dos años –dijo Luisita, exasperada por la falta de sueño, mientras cambiaba el pañal a Dani y oía a Carla, en el salón, repetirle incesantemente a Oli que volviera a poner en Spotify la misma canción que llevaba sonando casi un cuarto de hora. Tanto la rubia como Amelia rezaban por que su hijo de siete años no perdiera la paciencia que había estado mostrando hasta ahora.

–No sé, cariño, coincidíamos en que nunca iba a ser un buen momento y que no podíamos posponerlo más... –Amelia se encogió de hombros mientras le pasaba a Luisita un pelele limpio para que se lo pusiera a Daniela una vez le cambiara el pañal.

–Espero que Dani siga siendo un angelito –Luisita suspiró, después se dirigió al bebé al que estaba vistiendo–. Tú vas a ser la niña más buena del mundo, ¿a que sí, bonita? ¿a que sí? –Luisita usó una voz que cada vez que hacía, Amelia se derretía.

–Yo me conformaría con que fuese tan tranquila como lo era Carla de bebé. Que lo sigue siendo aunque hable por los codos, eh –dijo Amelia señalando hacia la puerta, ya que se podía escuchar a Oliver pidiéndole a su hermana que se callara y escuchara la dichosa canción que había pedido.

–Pero que sea menos impulsiva que ella, por favor –rogó Luisita.

–Tiene gracia que digas eso –Amelia rio suavemente.

–¿Por...? –Luisita frunció el ceño, mientras levantaba a Dani del cambiador y la acomodaba en sus brazos.

–No sé si te piensas que lo único que ha heredado Carlita de ti son los ojos y el pelo, mi amor –Amelia acarició la mejilla de Dani con el dorso de su mano y luego dejó su mano sobre el brazo de su mujer.

–Jo, Amelia, no me negarás que he aprendido a controlarme con los años –Luisita comenzó a andar dirigiéndose a la puerta para salir de la habitación, la morena la siguió.

–Vale, puede que un poco, pero... ¿tengo que recordarte tu embarazo? –la pregunta hizo que la cocinera se parara en seco en medio del pasillo y diese la vuelta sobre si misma para mirar a Amelia, que iba caminando tras ella.

–Ya estamos –la rubia puso los ojos en blanco–. Amelia, ¡era por las hormonas, caramba!

–Excusas, excusas... –la morena volvió a reír y Luisita le clavó la mirada.

¿Qué me estás contando, Amelia? Pero... María no se podía creer lo que estaba escuchando–. ¿En medio del cine?

Como lo oyes, María. Estábamos tan tranquilas viendo la peli y, de repente, tu hermana puso su mano en mi muslo y, hasta ahí todo bien, pero luego se vino arriba y... ya sabesAmelia gesticuló para explicarse mejor, aunque su cuñada no lo vio necesario.

–¿Para esto me dejáis a los críos? ¿Para iros a un estreno y meteros mano?

Oye, que le paré los pies, eh Amelia levantó un dedo en señal de advertencia.

Ya... si es que ya sabía yo que mi hermana embarazada iba a ser como una adolescente con las hormonas a flor de piel María rio a carcajadas provocando que Amelia se sonrojara ligeramente.

–Todavía no me puedo creer que se lo contaras a María... –Luisita siguió caminando por el pasillo hasta entrar en el salón.

–¿Preferirías que se lo hubiera contado a Ana?

–No, a nadie, Amelia. A nadie –Luisita se estaba sentando en el sofá mientras refunfuñaba. Amelia se sentó a su lado.

–Ay, es que estaba charlando con mi cuñada y... surgió.

–Surgió... ya, claro. Una conversación así no surge y ya está, Amelia –la rubia le pasó la bebé a Amelia, quien había extendido ligeramente los brazos para que Luisita se la pasara.

–Cariño, sabes que con María cualquier tipo de conversación puede surgir así de la nada –explicó mientras colocaba a Daniela en sus brazos de manera que estuviera cómoda.

–Ya, si a veces, incluso miedo me da cuando os juntáis, pero, ¿esa conversación, amor? ¿Esa?

–¿Qué conversación? –preguntó Oliver mientras le daba un peluche a Carla a ver si conseguía distraerla y poder quitar, por fin, la canciocita dichosa.

–Ninguna, mi amor –dijo Amelia–, sigue jugando con tu hermana –pidió. Oliver puso los ojos en blanco y siguió a lo suyo–. A ver, cariño –dijo dirigiéndose a Luisita– ¿qué importa lo que hablara con María? Si te pasaste todo el embarazo igual y tu hermana lo sabía, que nos pilló más de una vez –esto último lo dijo susurrando para que Oliver no volviera a meterse en la conversación.

–¿Sabes? Es gracioso como me culpas de impulsiva, pero te recuerdo que –Luisita bajó la voz hasta susurrar– en esta relación dos no se meten mano si una no quiere...

–Es que, aparte de impulsiva, eres irresistible, cariño –Amelia respondió en el mismo tono suave que había usado la rubia, mientras ponía expresión insinuante y miraba a Luisita fijamente a los ojos. Esta suspiró y se mordió el labio mientras negaba con la cabeza. Entonces, decidió cambiar de tema para relajar la tensión que se había creado en el aire que las rodeaba y se levantó.

–A ver –dijo en voz alta según se puso en pie–. Carlita, cariño, vamos a parar la música ya, ¿sí? –Oliver sonrió de inmediato.

–No, mami, no.

–Sí, cariño –Luisita se agachó a su altura y le tocó la nariz con un dedo–. ¿Qué os parece si vemos todos juntos una película? ¿Os apetece? –dijo mirando también a Oliver y luego a Amelia.

–¡Siii! –todos estaban aliviados de que Carla mostrara entusiasmo ante la idea y que ya se hubiera olvidado de la música, especialmente Oli.

–Pues no se hable más, tarde en familia –proclamó Luisita cogiendo a Carla con un brazo y el mando de la tv con la mano libre.

–Me parece una idea perfecta, mi amor –Amelia le sonrió a su mujer mientras Oliver se sentaba a su lado y cogía una manta que estaba doblada en un lado del sofá.

–Mami, ¿palomitas? –preguntó Oli, lo cual había sido más una petición que una sugerencia. Luisita dejó a Carla en el sofá, al otro lado de Amelia y asintió.

–Por supuesto, vosotros id eligiendo película –le dejó el mando a la morena y se dispuso a ir en dirección a la cocina. A los minutos volvió, le dejó un pequeño bol a Oliver, luego se sentó al lado de Amelia dejando otro bol sobre el sofá y cogió a Carla para sentarla sobre su regazo. Entonces cogió el bol que había dejado sobre el sofá y Amelia puso la película en marcha.


-------

Muchas gracias a quienes seguís leyéndome.

Este capítulo va para "mi mujer" 😘💖

Sempiterno II: InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora