5. ¿No te gusta?

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Recordatorio:

Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz y productora de musicales. Tienen tres hijxs: Oliver, Carla y Daniela.

En el capítulo anterior: Luisita y Amelia tienen el fin de semana libre y deciden dejar a los niños con los abuelos para pasar tiempo a solas. Luisita le prepara una sorpresa a Amelia, sobre la cual esta intenta sacarle información, pero no lo consigue.

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Después de que Amelia se vistiera con la ropa que había elegido su mujer, salieron del piso y se subieron al ascensor, rumbo al garaje. Cuando llegaron a la ubicación donde estaba su plaza de garaje, la morena se percató de que había algo delante del coche SUV que se habían comprado al aumentar la familia.

–Luisita, ¿y esta moto?

–La he alquilado –respondió Luisita mientras sonreía orgullosa de sí misma.

–¿Qué? –preguntó atónita.

–Pues eso, que como ya no tengo la moto que tenía cuando nos conocimos, he alquilado esta para hoy –Luisita seguía mostrando lo orgullosa que estaba de sí misma, pero empezaba a temer que a Amelia no le hiciera ilusión–. ¿Qué te parece?

–No sé qué me esperaba, pero desde luego esto no.

–¿No te gusta? –preguntó empezando a sentirse confusa, pero decidió defenderse, por si acaso, explicando por qué lo había hecho–. Quería volver a repetir el paseo que dimos por Madrid la primera vez que te subiste a mi moto –Amelia sonrió y se acercó a darle un beso a Luisita–. ¿Eso es que te gusta la sorpresa? –preguntó la rubia esperanzada tras el beso.

–Me encanta –respondió Amelia susurrando y sonriendo–. Me encanta la sorpresa y me encantas tú.

–¿Sólo te encanto? –preguntó usando un tono pícaro. Estaba muy feliz de que a su mujer le gustara la sorpresa. Se le había ocurrido sin planearlo y no podía estar más orgullosa de haberse dejado llevar por el impulso.

–Tonta, sabes de sobra cuánto te quiero –Amelia tiró de la chaqueta de Luisita y la acercó sin llegar a besarla.

–Hace tanto tiempo que no pasamos tiempo a solas que se me ha olvidado, ¿me lo recuerdas? –Luisita no necesitó insistir, ya que Amelia no perdió ni un segundo en acabar con la distancia que separaba sus labios de los de su mujer. Cuando el beso acabó, la rubia volvió a hablar–. Aún recuerdo como me flaquearon las piernas aquel día cuando te vi llegar mientras te esperaba, qué sexy estabas... ¡Menos mal que estaba apoyada en la moto que si no...! –por alguna razón, Luisita rio nerviosa, se sintió casi como si se tratara de una primera cita.

–¿Sexy? Pues anda que tú... No te imaginas que visión tan increíble fue verte apoyada en la moto, con aquella ropa. Aún me da calor recordarlo –Amelia rio casi avergonzada y su mujer se unió.

–Bueno, ¿qué? ¿Nos vamos?

–Sí, anda. Antes de que te arrastre a casa y hayas gastado dinero en la moto para nada –ambas rieron otra vez.

–¿Te acuerdas de cómo tienes que subirte a la moto después de todos estos años o te lo explico? –preguntó Luisita en tono burlón.

–Por supuesto que sí, tonta –Amelia la reprendió riendo y le dio un cachete en el trasero.

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Luisita aparcó la moto cerca de la ubicación del Templo de Debod. Se quitó el casco y esperó a que Amelia se bajara antes de hacerlo ella. Antes de emprender el corto camino a pie para subir al parque donde se encontraba el templo egipcio, Luisita cogió la mano de Amelia dispuesta a no soltarla hasta que se sentaran en algún rincón de aquel mágico paraje. Esta vez, en lugar de sentarse en el pequeño muro que rodeaba el estanque del templo, decidieron sentarse en uno de los bancos que se encontraban a la sombra de los árboles.

Sempiterno II: InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora