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Los ojos vacilantes del chico miran por la ventana del coche en el que está. No hay mucho que consiga su interés.

Conecta sus auriculares a sus oídos y se pierde en las melodías que su teléfono le proporciona. Los minutos avanzan y su lista de reproducción se encuentra en las últimas canciones. Él se quita los auriculares y le da un suave masaje a sus oídos adoloridos por el aparato.

Odia que eso pase.

¿Ya casi llegamos? — Pregunta el hombre a su lado que se hace llamar su padre. El joven chico solo le da una pequeña mirada para luego regresar su vista a otro lado. Con solo su imagen, su padre es capaz de causarle indigestión. ¿El motivo de su desprecio? Ah, eso es algo que decidió enterrar hace mucho tiempo.

Sí señor, ya debemos estar cerca. — Habla el chófer al volante, uno de los tantos empleados que la familia tiene a su mando.

Perfecto. — Habla su padre. Éste toma a su hijo por la barbilla y le obliga a mirarlo. — Escúchame bien, te comportarás como tal mientras estés con tu madre ¿entendido?  Actuarás cómo ella te diga y obedecerás cualquier orden que ella te dé. No quiero recibir sus interminables queja en cuanto te regrese a mí al terminar las vacaciones. — El joven solo asiente pesadamente.— ¡contéstame!

Sí, padre. — La forma grosera de ser de su padre no era la razón de su odio, eso solo conformaba una muy pequeña parte de todo el complejo sentimiento de repudio hacia él.

Uhm. — es todo lo que su padre responde antes de seguir charlando con uno de los ejecutivos que se encuentran con ellos en la limusina.

Las calles siguen pasando hasta que el vehículo reduce el paso hasta detenerse. Enfrente se encuentra una bella casa (mansión) con grandes coloridos jardines. Un quiosco decorado con sillas blancas. Esculturas y una que otra fuente.

Si él tuviera que escoger, su madre sería la respuesta obvia para él. Una mujer amorosa, suave pero con carácter fuerte. No entiende cómo es que ambas personalidades pudieron encajar en algún momento. Aunque no es que se queje, ya que sin ese evento, él no hubiera existido.

Él, su padre y unos hombres más salen del vehículo. El mozo toma el equipaje del joven y lo lleva a la entrada de la casa, en la cual ya está la madre del chico con unas sirvientas y mayordomos detrás de ella. Su hijo es algo que realmente le trae felicidad.

Él y su madre se enlazan en un abrazo cálido. Su padre solo dirige su mirada hacia otro lado mientras enciende un cigarrillo.

Mi pequeño Ten, te extrañé mucho, querido. — Le da un beso a su hijo en la frente y rodea sus hombros con uno de sus brazos. — No, no. — Dice ella al quitarle eficazmente el cigarrillo a su ex esposo  y lanzarlo lejos. — Aquí no está permitido fumar. Ya que me lo has entregado puedes marcharte.— Habla cordialmente con tono calmado y grácil.

A Ten siempre le ha gustado ésta faceta de su madre. Ella siempre ha sido una mujer tolerante, delicada y educada.

A decir verdad, Ten siempre ha visto a sus padres cómo modelos a seguir. Aunque su padre se comporte de esa manera, éste ha logrado ser un hombre exitoso y sobresaliente en las ventas y finanzas. Su madre no se queda atrás con su propia revista "Femme rose" la cual es muy popular en ciertas zonas del país.

Su padre chasquea la lengua en desagrado. — Sí, sí, cómo ses Eun Ri. — Dicho ésto, hace una señal con su mano y él junto a sus ayudantes se marchan del lugar.

¿Acaso no estás ansioso mi Tennie? — Ten sabe perfectamente el motivo de la pregunta de su madre. Ésto no tiene nada que ver con que pasará tiempo con ella. La verdadera razón es que la ciudad en la que están, fue el lugar dónde vivió su infancia.

Roue De CouleurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora