Tomando un profundo suspiro, marqué el número deAfrodita. Me había tomado segundos el teletransportarme a mi casa y cogermi teléfono. Cogí mi collar también. Me sentía raracuando no lo estaba llevando. Me teletransporté antes de que mamá se diera cuentade que estaba en casa. Mientras menos preguntas tuvieraque responder en este momento,mejor.
Mamá tendría un ataque cuando se enterara de que agregué a Afrodita a nuestro plan familiar, pero me alegraba de al menos haber agregado una manera más de vigilarla. Vigilarlo. Lo que fuera. Todavía estaba vacilando con la traición.
Ella dijo que éramos como hermanas.
-¡Perséfone! ¡He estado buscándote por todos lados! ¿Dónde has estado? - Hablaba tan rápido que yo casi no podía separar las palabras.
-¿Afrodita? -Mantuve mi voz baja e infundida con preocupación. Hades se sentó detrás de mí en una mesa de merendar, vigilando el parque desde detrás de nuestro escudo.
-¿Pasa algo malo? -En realidad sonaba preocupada.
-Tánatos está muerto. Me atacó y lo encanté. Y oh, Dioses, Afrodita, no sé qué...
-Tomé un profundo suspiro en vez de terminar la oración. Yo sabía qué hacer.
-¿Estás bien?
-No estoy herida -le respondí, manteniendo la voz quebrada, cosa de que se interpretaría como si estuviera conteniendo las lágrimas. Mantuve mi respuesta vaga a propósito. En realidad me sentía estupenda, pero sería raro para mí sentirme demasiado feliz después de matar a alguien.
-¿Se lo has dicho a Hades?
Técnicamente no. Hades estaba ahí, así que no le dije nada.
-No. Afrodita, era su mejor amigo. -Mi voz titubeó y jadeé ligeramente como si estuviera llorando.
-Está bien, se... se lo diremos juntas. Estoy segura de que estará feliz de que estés a salvo.
Levanté una ceja, sorprendida. Ella era buena.
-No sé, Afrodita.
-¿Tánatos estaba trabajando para Zeus?
-Sí, él dijo que debía llevarme a él. Ella tomó un gran suspiro.
-Todavía puedes estar en peligro. Mira, podemos vernos en el parque, en la entrada del Inframundo. Quédate en el escudo hasta que llegue, ¿está bien?
-Gracias, Afrodita. Colgó.
Intercambié miradas con Hades. Ahora todo lo que teníamos que hacer era esperar. Si podíamos lograr que Afrodita se parara en la entrada del Inframundo, Hades podría hacer una poderosa barrera y atrapar a Zeus en el Tártaro con el resto de los Titanes.
El sonido de un coche estacionando en el aparcamiento me sacó de mi ensueño. Afrodita era una conductora imprudente, pero eso era muy rápido hasta para ella. La lluvia revotaba en el escudo como pelotitas. Habíamos asumido que tendríamos el parque para nosotros. ¿Quién más podría venir hoy?
Mi respiración se detuvo cuando reconocí el Chevy Thunderbird verde de Joel. Le había prometido encontrarme con él. Le eché un vistazo a mi teléfono... ahora. Maldije y metí mi teléfono en mi bolsillo.
-¿Qué pasa? -preguntó Hades.
-Joel está aquí -Miré a Hades a los ojos-. No quiero que se vea metido en medio de esto.
-¿En serio?
-Está aquí para hablar de nuestra ruptura. Hades levantó una ceja.
-Nada más lejos de mi intención meterme en eso. Ve, sácalo de aquí. Solo sé rápida en cuanto a eso.
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Hija de la tierra y el cielo (Perséfone 2)
Novela JuvenilAlgunas promesas nunca pueden romperse. Perséfone pensó que podía volver a su vida normal luego de regresar del inframundo. Estaba equivocada. La Diosa Afrodita nace entre las olas con más encanto del que ella puede controlar. Zeus está acechando a...