Capítulo 26

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Grité en la almohada mientras mis hombros amenazabancon salirse de su articulación. Tánatos sujetó mis brazos tras la espalda. Me habríateletransportado, pero su agarre en mi mano aseguraba que solo lo llevaríaconmigo. Un escudo era inútil si ya estaba tocándome. Me forcé a

tranquilizarme, aunque mis pulmones se sentían como si estuvieran a punto

de reventar. No podía morir, y él no podía tener serias intenciones de herirme o Cassandra lo hubiera visto venir.

-Son mis Segadores ahora. -Mi voz era engreída, aunque amortiguada. Las sábanas estaban apretadas, empujando en mi garganta, y me forcé a estar calmada-. Ellos juraron lealtad.

-Eso no puede funcionar en ellos. No puedes encantar a los muertos. -Se presionó contra mí, aplastándome contra el colchón. Giré mis hombros en un incomodo intento de encogerlos. El dolor se disparó a través de mí, y apreté los dientes.

-Puedo encantarte. Eso debe engañarlos.

-¿Y qué? ¿Estás asumiendo la recolección de almas ahora?

-No, tú lo haces. Tus Segadores no seguirán reuniendo más almas. Tánatos rió.

-¡Eso sería catastrófico! Las almas serían dejadas en sus cuerpos muertos por semanas. No podrías hacer que las almas pasaran por eso. Te preocupas demasiado.

Intenté sacudir la cabeza, pero no pude lograrlo en el apretadoespacio. Me sentí mareada, respirando de mi propioaire. El dolor rebotó por mi cuerpo. ¿Por qué tenía tanto dolor?

-De cualquier modo, yo gano. Si no puedes mantener el ritmo de las almas, Hades sabrá que algo pasa.

-¿Y si puedo?

Totalmente creía que podía. Mi promesa no me habría permitido hacer esto si no lo creyera. Justo como sabía que él no iba a resbalar y obtener la atención de Cassandra. Sin importar cuánta rabia tuviera, mantendría su mente concentrada.

-Estarás demasiado ocupado para causar problemas. Nunca prometí hacerte la vida fácil.

Se movió, presionando su cuerpo contra el mío en la cama.

-Se supone que debo llevarte con Zeus. Luche por mantenerme consciente.

-No te atreverías. Cassandra lo verá.

-Cassandra está ocupada.

¿Entonces porque aún estaba aquí? Tragué fuerte.

-No importa. No te arriesgarás a que Zeus vea que has perdido el control de tu ejército. Si él me tiene, ¿qué posible uso podría tener para ti?

Su agarre se tensó y supe que había hecho un punto. Me jaló por el cabello y me golpeó la cabeza en el poste de metal de la cama. Gruñí, y estrellas inundaron mi visión.

-Exactamente. No te llevaré donde Zeus, y si te dejo aquí, Hades se va a preguntar por qué sentiste la necesidad de encantar a todos los Segadores.

Sonreí.

-Jaque mate.

-No del todo. -El triunfo surgió de su voz-. Solo necesito un modo de deshacerme de ti. Lo hiciste tan fácil.

Me esforcé por comprenderle. Tánatos rió de maneraoscura.

-No te das cuenta de lo que hiciste, ¿no es así?

La estática llenó el cuarto. Fruncí el ceño mientras una voz rompió a través de la radio en mi tocador.

-Y una fuente anónima dijo que vio a una joven rubia, de ojos verdes saliendo de su habitación.

Hija de la tierra y el cielo (Perséfone 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora