Capítulo 15

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-Aéjate de mí -le espeté a un Segador mientras me dirigía hacia el estacionamiento.

El Segador me miró una vez y la sonrisa desapareció de su rostro. Él retrocedió.

-¡Perséfone! -Los tacones de Afrodita resonaban contra el cemento mientras corría tras de mí-. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué pasó?

Solo déjame llegar a mi auto, pensé con desesperación. Un vistazo a la mirada preocupada de Afrodita terminó con lo que quedaba de mi compostura.

-Un minuto -jadeé-. Necesito solo un minuto. Te contaré todo en... -me callé antes de que un sollozo quebrara mi voz y levanté un escudo. Me di treinta segundos para llorar, gritar y golpear el escudo con mi frustración. Pasé los otros treinta segundos tratando de recuperar la compostura.

-¿Es Zeus? -preguntó Afrodita cuando dejé caer el escudo-. ¿Ha venido a por mí?

Cerré mis ojos por la ola de culpa que me recorrió.

-No, solo... Lo siento. No quise asustarte. Melissa y yo... yo solo...

-Bien, se acabó. -Ella retrocedió, dirigiéndose hacia la escuela.

-Afrodita, ¿qué estás haciendo? -La agarré del brazo, tirándola hacia atrás.

-Necesita ser puesta en su lugar. Ella me da órdenes, se atreve a molestarte. - Afrodita respira profundamente-. Lo siento si me estoy extralimitando. Cómo lidias con tus fieles es tu problema, pero Perséfone, ella te hizo llorar.

-No lo entiendes. -Se lo expliqué lo mejor que pude,pero Afrodita no estaba entendiéndolo.

-Arriesgaste tu propio bienestar por una ninfa, le diste la inmortalidad y la trataste como a una amiga... no, familia, ¡y Melissa tiene la audacia de quejarse por ello!

¡Y tú! ¿No solo la dejas salirse con la suya, sino que también le permitiste que te disgustara? ¿Qué te importa lo que ella piense? ¡Eres una Diosa!

-¡Desearía no serlo! -exploté, lanzando mis manos al aire-. He perdido a mi mejor amiga. Apenas puedo ver a Hades. Ni siquiera estoy hablando en términos con mi madre. ¡En este momento, hace un año atrás era normal! -Mi voz se quebró. -No puedo... Ya no puedo hacer esto. No me queda nada.

-Me tienes a mí. -Afrodita me pasó un brazo por el hombro y me guió hacia un banco de madera.

-Sé que te sientes como si hubieras perdido algo, tu vida normal o lo que sea, pero esa vida era una mentira. Mientras más trates de aferrarte a ello, más rápido irá a escaparse. Jamás vas a encajar entre los humanos. Ellos pueden decir lo que somos. Mira cómo te tratan los chicos de la escuela. Son educados, claro, pero susurran. Ellos saben que eres diferente.

-pareces encajar bien.

Si ella escuchó la amargura en mi voz, la ignoró.

-Eso es porque no pretendo ser algo que no soy. Los humanos entienden su lugar. Hay líderes y seguidores, y luego estamos nosotros. Los pones nerviosos cuando actúas como su igual.

No creí eso ni por un minuto.

-Perséfone, no soy amiga de esas chicas. No pretendo serlo. Sin embargo, me siguen y me respetan. Harían lo mismo contigo si te plantaras y te comportaras como una Diosa. -Ella se rió-. Es realmente terrible lo que Deméter te ha hecho. No eres simplemente una Diosa. Tú eres la primera en la clasificación. Son cuatro deidades importantes las que quedan. Eres hija de dos de ellas y esposa de una tercera. Los humanos no deberían tener ningún poder sobre ti. Si tú hubieras sido creada como yo, sabrías todo esto. Ella lo tomó sabiendo que era tu derecho de nacimiento.

-Mi madre quería que fuera capaz de encajar.

-¿Y cómo te está resultando a ti?

Miré al concreto. Quería que Afrodita estuviera equivocada. Quería mantener mi vida humana, creer que todavía pertenecía a aquí. Pero el nudo en mi estómago me decía que eso no iba a suceder. Y, en realidad, ¿qué importaba eso? Puse una mano en mi frente y cerré los ojos. No podía pensar. Estaba demasiado cansada.

-Vamos. -Ella me levantó del banco, con voz gentil-. Es hora de que aprendas a comportarte como una verdadera Diosa. Si vas a reinar junto a Hades, entonces...

Me opuse a eso.

-No necesito cambiar. Ni por ti, ni por Hades. A él le gusto tal y como soy.

-¿De verdad? Acabas de decir que apenas puedes mirarlo. ¿Qué sucede con ustedes?

-Nos estamos tomando un descanso. -Su asentimiento comprensivo me hizo ponerme a la defensiva-. Fue mi idea.

-¡Oh, bien! -Ella parecía aliviada-. Tenía miedo de que te hubiera llenado con alguna mierda sobre su diferencia de edad.

Mis ojos se dispararon hacia los suyos.

-¿Por qué sería eso malo? Tenemos como milenios de diferencia.

-Él fue uno de los primeros seres creados, así que no es como si nunca hubiera salido con alguien significativamente menor que él, con excepción de Hera, supongo. -Afrodita me miró con el ceño fruncido-. Ella hubiera sido su igual en poder y conocimiento, también, ¿verdad? Meh. -Ella agitó su mano con gesto de desdén-. No importa. Me alegra que haya sido tu idea. Si la diferencia de edad realmente le molesta, entonces eso significa que está buscando algo que posiblemente solo tendrá de una persona. Y siendo su consuelo (esta palabra en ingles es el equivalente a "un clavosaca a otro clavo"), es indigno de ti.

No podía respirar. Se sentía como si alguien se hubiera sentado sobre mi pecho.

¿Podía ser eso verdad? Sonaba razonable.

Oh, Dios, ¿eso era todo lo que yo era? ¿Un consuelo?

-Como sea. -La voz de Afrodita era un fino zumbido en mi oreja-.Estoy segura de que tienes razón.Él te ama como eres. Pero eres ingenua.Y como estoy segura de que eso es entrañable, ¿no es un poco riesgosopara la seguridad del reino? -Afrodita encontró mi mirada.

Pensé en la promesa que inconscientemente le hice a Tánatos. Yo había puesto en peligro a todo el Inframundo con mi ignorancia. Culpable, la voz de Hades hizo eco en mi mente. Toqué mi collar y tragué saliva con dificultad. Así era como él se sentía cuando me besaba. Como si se estuviera aprovechando de una niña.

Quizás Afrodita tenía un punto. Tal vez yo era ingenua. Nunca había encajado en la escuela. Solo con Melissa. Has cambiado, había dicho ella. ¿Exactamente qué había cambiado en mí? Podía defenderme yo misma. Ella preferiría que fuera impotente, al igual que mi madre. Si yo era incapaz, entonces sería más fácil de controlar.

¿Consuelo? ¿Él era el amor de mi vida y yo solo era un consuelo? Quizás era demasiado ingenua.

No quería ser incapaz. No quería ser controlada. Me aparté de la mirada de Afrodita con un suspiro.

-¿Qué tienes en mente?

Ella me dio una brillante sonrisa.

-Dejemos la humanidad atrás, ¿de acuerdo? -Señaló el estacionamiento-. Es hora de que aprendas a comportarte como una verdadera Diosa.


Hija de la tierra y el cielo (Perséfone 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora