Capítulo 1: Una nueva era

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Después de la derrota de Malefor, el mundo de los dragones comenzó a recuperarse, aunque no sin cicatrices. Partes del mundo quedaron suspendidas en el aire, como recordatorios flotantes de los desafíos que habían enfrentado. Spyro y Cynder, habiendo sobrevivido a la intensa batalla contra Malefor, se encontraban entre los dragones que habían regresado a salvo.

Junto a los valientes compañeros de batalla de Colmillo de Guerra, los Guardianes y Sparx, compartieron tanto las noticias de la victoria como el duelo por la pérdida de Ignitus. La tristeza por su sacrificio era un eco constante, incluso en medio de las celebraciones.

Una semana había pasado desde aquel significante día. La reconstrucción de la ciudad y del nuevo Templo del Dragón estaba en marcha, un testimonio vivo de la lucha y la esperanza que habían inspirado. Mientras los dragones trabajaban incansablemente para devolver la belleza y la vitalidad a su mundo, Spyro y Cynder aprovechaban los momentos de calma para reflexionar y recargar fuerzas.

En uno de esos días de tranquilidad, mientras el sol pintaba el cielo con colores cálidos y reconfortantes, Spyro y Cynder se embarcaron en un paseo aéreo. Surcaron los cielos, sintiendo la brisa acariciar sus escamas y la sensación de libertad que solo el cielo abierto podía brindar. La guerra había quedado atrás, al menos por ahora, y este breve respiro les permitía sumergirse en la paz que tanto habían anhelado.

"Espero que Sparx no se sienta mal por haberle dejado" le dijo Cynder a Spyro, mientras exploraban las nuevas islas, camino a un gran bosque del Norte

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"Espero que Sparx no se sienta mal por haberle dejado" le dijo Cynder a Spyro, mientras exploraban las nuevas islas, camino a un gran bosque del Norte.

"Está con esos días en que tiene el sueño pesado" respondió Spyro, "Me daba pena despertarlo, era mejor dejarle descansar tranquilo"

El viento jugueteaba con las alas de los dragones mientras exploraban los horizontes que se extendían ante ellos. A pesar de las heridas y los recuerdos dolorosos que llevaban consigo, encontraron consuelo en la compañía del otro y en la promesa de un mundo renovado. La paz era frágil pero poderosa, y mientras contemplaban los cambios que la victoria había traído consigo, sabían que debían seguir adelante, con la esperanza de un futuro más brillante.

El tiempo pasaba, y Spyro se encontraba perdido en el hechizo de Cynder mientras ella volaba elegantemente delante de él. No podía apartar la certeza de su mente: la voz que había resonado en su interior con un dulce "te quiero" antes de que el mundo fuera restaurado, seguramente provenía de ella. A medida que la veía elevarse grácilmente en el aire, su corazón no pudo evitar palpitar con admiración. La belleza que irradiaba era simplemente cautivadora, y su presencia lo envolvía en una mezcla de emoción y calma. Spyro se daba cuenta, más que nunca, de lo profundos que eran sus sentimientos hacia ella. Era evidente que la amaba.

Sin embargo, en medio de todas esas emociones, una pregunta persistía: ¿era capaz de expresar esos sentimientos? La fragilidad de sus propias palabras lo atormentaba. Cada vez que pensaba en pronunciar esas tres palabras mágicas, su garganta parecía cerrarse y las dudas lo invadían. Temía que su confesión fuera un eco vacío en comparación con la grandeza de lo que sentía por ella. Temía no estar a la altura de sus propios sentimientos.

La Leyenda de Spyro, El Legado del GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora