Capítulo 9: LunaVillage, el refugio de los dragones

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Cynder había encontrado una forma curiosa en las rocas, una especie de medialuna tallada en la piedra que indicaba, casi con certeza, que habíamos hallado la entrada. Spyro puso su pata sobre la figura y, sin dudarlo, la puerta se abrió con un suave crujido, revelando un largo túnel iluminado por antorchas.

"Supongo que solo un dragón podría abrirla," dedujo Spyro, adelantándose. "Venga, entremos. Sparx, ¿podrías ir al frente, por favor? Nos vendría bien un poco más de luz."

"A sus órdenes, mi joven purpurino," bromeó Sparx, volando hacia adelante con su característico brillo.

"Esperen, amigos," les dije antes de dar el siguiente paso. Ellos se giraron y me miraron con curiosidad.

"¿Sucede algo, Jhonny?" preguntó Spyro.

"Quería pedirles un favor," dije, tratando de mantener la calma. "¿Puedo pedirles que no le digan a nadie aquí que soy humano?"

"¿Por qué no?" preguntó Cynder, intrigada. "No deberías sentirte mal por tu pasado, créeme, sé bien de lo que hablo."

"Lo sé, Cynder," respondí, bajando un poco la mirada. "Pero no es eso. Tengo miedo de que no sean tan comprensivos como ustedes."

Me observaron con una mezcla de sorpresa y empatía. Quizás les parecía extraño que alguien que siempre intentaba ser optimista pudiera sentir ese tipo de temor.

"Está bien, lo entiendo," dijo Spyro, mientras ponía una pata sobre mi hombro de forma reconfortante. Luego, se giró hacia Cynder y Sparx. "Te prometemos no decir nada, ¿verdad?"

"Cuenta con eso," aseguró Cynder, recordando su propio pasado. "Yo tampoco quería recordar ciertas cosas, así que respeto tu decisión."

"Juro ser lo más silencioso posible," dijo Sparx, aunque todos lo miramos con una mezcla de incredulidad y diversión, sabiendo que su promesa era, en el mejor de los casos, ambiciosa.

"Gracias, amigos," les dije, sintiendo una profunda gratitud hacia ellos.

"Bueno, ahora sí, ¡entremos!" exclamó Spyro con determinación.

Caminamos durante unos minutos por el túnel, mientras las antorchas proyectaban sombras que bailaban en las paredes de piedra. Justo cuando parecía que llegaríamos al final, una voz fuerte nos detuvo.

"¡Alto, intrusos! ¿Quiénes son ustedes?" Un dragón rojo apareció ante nosotros. Su escamas eran similares a las mías, aunque sus cuernos y su vientre eran de un tono amarillo brillante. Tenía una cola sorprendentemente parecida a la de Spyro, aunque su postura era agresiva.

"Tranquilo, cabeza caliente," intervino Sparx con su usual desparpajo. "Somos los buenos."

"¡No deberían estar aquí!" rugió el dragón. "¡Si no se identifican, pelearé contra ustedes!"

"¿Esto es LunaVillage?" preguntó Cynder, manteniendo la calma.

"Esa es información reservada," replicó el dragón, aún en guardia. "Primero, respondan: ¿quiénes son ustedes?"

"Calma, por favor," se apresuró a decir Spyro, tomando la iniciativa. "Soy Spyro, y ellos son Cynder, Jhonny y Sparx. Nos envían los guardianes."

"¿Los guardianes?" Su tono cambió, relajándose ligeramente. "Perdón por la agresividad, pero no recibimos muchas visitas aquí. Me llamo Flame, por cierto."

"Un placer, Flame," dijimos todos al unísono.

"¿Por qué han venido hasta aquí?" Flame parecía más abierto, pero aún curioso.

"Los guardianes nos han enviado para reunir a los dragones que se ocultaron durante la guerra," explicó Spyro. "Están formando un nuevo grupo de guardianes para esta era de paz."

La Leyenda de Spyro, El Legado del GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora