Capítulo 14: Algo en el corazón

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Como la primera prueba comenzaba al día siguiente, Cyril se acercó al grupo de su hija. Thorr y Ray se miraron con los ojos bien abiertos, sorprendidos de que Edel fuera hija del Guardián del Hielo. Cyril nos llevó a un salón de entrenamiento en una de las torres de la ciudad. El lugar estaba equipado con muñecos de entrenamiento, diseñados para parecerse a simios, los enemigos más peligrosos a los que Spyro se había enfrentado en el pasado. Estos muñecos eran especiales, pues podían multiplicarse mientras la sesión estuviera activa.

"Es la hora de demostrar de qué están hechos," dijo Cyril, activando el entrenamiento.

Ray fue el primero en dejar a relucir sus habilidades. Se movía tan rápido que dejaba un rastro de chispas eléctricas a su paso. En un abrir y cerrar de ojos, había acabado con diez muñecos de un solo golpe relampagueante. Sus movimientos eran como un rayo zigzagueante, completamente impredecibles.

Thorr, por su parte, mostró su fuerza y resistencia. Recubrió su cuerpo con una armadura de roca, bloqueando los golpes de los muñecos más grandes sin apenas inmutarse. Con un potente giro de su cola en forma de mazo, rompió a sus oponentes en pedazos. Cada impacto resonaba con un eco sólido, reflejando su potencia bruta.

Edel no se quedó atrás. Mantuvo su distancia al principio, lanzando ráfagas heladas para ralentizar a los muñecos que intentaban acercarse. Con una agilidad elegante, se lanzó entre ellos, usando su cola afilada como una cuchilla de hielo para cortar a sus enemigos en pedazos. Sus movimientos eran precisos y letales, casi como una danza mortal en el campo de entrenamiento.

Yo intenté dar lo mejor de mí, arrojando bolas de fuego hacia los muñecos, pero pronto noté la diferencia entre mis habilidades y las de mis compañeros. Quería ser tan veloz como Ray, pero tropecé con algunos muñecos que se interpusieron en mi camino. Intenté resistir como Thorr, pero los ataques de los muñecos eran más de lo que podía manejar y comencé a sentir el dolor de sus golpes.

En medio de la confusión, sentí que me estaban acorralando. La presión y el agotamiento me estaban venciendo, y justo cuando pensé que no podría soportar más, una ráfaga de frío me envolvió. Los muñecos que me rodeaban se congelaron y luego se hicieron añicos al recibir el golpe de la cola de Edel.

"¿Te encuentras bien?" preguntó ella, con la preocupación reflejada en sus ojos.

"Sí..." respondí, aunque me sentía algo avergonzado de no poder seguir el ritmo. La mirada de Edel no era de juicio, sino de apoyo, y eso me dio un poco de consuelo.

Thorr y Ray también se acercaron. Ambos habían observado mi desempeño en el entrenamiento, y la expresión de Thorr era seria.

"Debes centrarte, Jhonny," me aconsejó con firmeza. "No puedes dejar que te distraigan las cosas a tu alrededor."

Antes de que pudiera responder, un sonido extraño se escuchó, algo que sonó como un rugido bajo y prolongado. Todos miramos alrededor, alertas, hasta que Ray levantó una pata con una sonrisa incómoda.

"Ese fue mi estómago," admitió, "creo que es hora de comer algo."

Edel soltó una risa suave y propuso que preparáramos algo antes de continuar. Thorr, con su actitud metódica, frunció el ceño un momento y luego confesó: "Nunca he cocinado antes..."

Ray levantó las alas y añadió: "Yo tampoco. ¡Siempre he dejado que mi familia se encargue de eso!"

Edel, sin perder la compostura, sonrió y dijo: "Eso no será un problema. Jhonny sabe cocinar."

Ambos dragones se giraron hacia mí, visiblemente sorprendidos. Thorr alzó una ceja y Ray inclinó la cabeza, como si tratara de procesar la idea. Thorr fue el primero en hablar:

La Leyenda de Spyro, El Legado del GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora