Capítulo 19: Escribir el destino

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Spyro permanecía con la boca abierta, su rostro reflejando pura incredulidad al ver a Ignitus. Nadie quiso interrumpirlo en ese instante. Fue Ignitus quien rompió el silencio, con una voz apacible y reconfortante:

"No temas, Spyro. No soy un fantasma; realmente estoy aquí."

"¡Ignitus!" exclamó Spyro, mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse por su rostro. "¡Estás vivo! Me alegra tanto..."

"¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?" interrumpió Sparx, con una expresión de asombro absoluto.

Flame también había empezado a llorar. A la mención del nombre del Cronista, rápidamente comprendió quién estaba frente a ellos: su padre, aquel a quien nunca había tenido la oportunidad de conocer.

"¡Papá!" gritó Flame con lágrimas de alegría, acercándose con una mezcla de emoción y nerviosismo. "¡Por fin te conozco! Siempre quise verte..."

Ignitus los miró con ternura y abrió sus alas para abrazarlos a ambos. "Me alegra ver a mis dos hijos reunidos, al fin," dijo, rodeándolos con suma felicidad.

Spyro, abrumado, intentó encontrar palabras. "Pero... ¿cómo...?" murmuró entre sollozos.

Ignitus se separó de ellos suavemente y explicó: "Cuando tú y Cynder derrotaron a Malefor y reconstruyeron el mundo, comenzó una nueva era. En ese momento, fui llamado por el anterior Cronista desde el más allá para tomar su lugar y ser el Cronista de esta era."

"Entonces... ¿volverás con nosotros? ¿Y con mamá?" preguntó Flame con una mezcla de esperanza y temor en la voz.

Ignitus lo miró con cariño, pero su tono se volvió melancólico. "Lo lamento, Flame," dijo en voz baja. "La tarea principal de un Cronista es registrar los hechos acontecidos cada día, y como tal, no puedo abandonar la Isla Blanca."

Ambos hermanos se miraron, sus rostros reflejaban una profunda decepción. Sin embargo, Spyro, aferrándose a un pequeño rayo de esperanza, preguntó con cautela: "Entonces... ¿podremos venir a visitarte?"

"Por supuesto," respondió Ignitus, esbozando una cálida sonrisa. "Estaría muy feliz de recibirlos, y las puertas siempre estarán abiertas para ustedes."

Después de las presentaciones, llegamos al momento crucial: explicar la razón de nuestra visita y el dilema que nos había llevado hasta allí.

"Sé sobre su problema, jóvenes", dijo Ignitus. "Así que les ayudaré".

Ignitus miró hacia unos libros, e inmediatamente uno de ellos voló hacia nosotros, abriéndose frente a él. Después de leer unas páginas, Ignitus habló:

"Cynder está atrapada en una jaula creada por los simios, dentro del Reino de Convexidad. Pero Simian no la quiere realmente a ella".

"Entonces, ¿por qué se llevó a Cynder? ¿Y cómo logró entrar al Reino de Convexidad? Pensé que estaba sellado", preguntó Flame, frunciendo el ceño.

"Porque los poderes de Cynder le permitieron ingresar allí una vez, y él cree que podrá hacerlo de nuevo", explicó Ignitus. "Además, al restaurar el mundo, se abrieron grietas entre varias dimensiones. Esas grietas y el portal hacia Convexidad deben cerrarse de nuevo; de lo contrario, Malefor podría regresar".

"Pero... cuando Cynder fue utilizada por Malefor, necesitó la energía de los Guardianes", intervino Edel. "Mi padre me lo contó, por eso los secuestraron".

"Es cierto", asintió Ignitus. "Fui secuestrado junto con los otros Guardianes para que Cynder canalizara nuestros poderes hacia su amo oscuro. Sin embargo, requería de un tiempo considerable para cargar los cristales de Hielo, Tierra y Electricidad. Cuando llegó el momento de cargar el de Fuego, Spyro me rescató antes de que obtuvieran la energía suficiente".

La Leyenda de Spyro, El Legado del GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora