Capítulo 6: Un viejo conocido

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(P.V Primera persona)

Me desperté tras un breve descanso. Dormir como dragón era algo a lo que aún no me acostumbraba, mi cuerpo no se sentía del todo cómodo. Al abrir los ojos, lo primero que hice fue examinarme nuevamente: mi forma dracónica seguía ahí. Definitivamente, no era un sueño. Estaba en la tierra de los dragones, y este nuevo cuerpo seguía siendo real.

Espié a mi alrededor; Spyro, Cynder y Sparx seguían dormidos, respirando profundamente. La luz del alba apenas asomaba, lo que indicaba que todavía era muy temprano.

Mi mente volvió al entrenamiento que me esperaba dentro de unas horas. No era precisamente un experto en educación física, ni mucho menos el más atlético, aunque tampoco era un completo debilucho... o al menos, eso intentaba creerme. Sin embargo, la preocupación me rondaba: ¿Estaría a la altura de las expectativas de los guardianes? Recordé el enfrentamiento con la hierbirana. El miedo me invadió al ver aquella criatura aterradora, pero logré reaccionar usando mis cuernos y mi cola. ¿Fue solo un acto reflejo? ¿O tal vez, por primera vez en mi vida, tomé una decisión correcta sin dudar?

Después, me invadió una segunda preocupación, aún más intensa: volar. Nunca fui capaz de mirar por la ventana de un avión sin sentir vértigo, y ni hablar de asomarme desde un edificio alto. El miedo a las alturas siempre me paralizó. La idea de caer al vacío me ponía la piel de gallina. Pero, al mismo tiempo, siempre sentí envidia de las aves que surcaban el cielo sin temor, libres. ¿Cómo lo hacían? Giré la cabeza y observé mis propias alas, grandes y poderosas. Ahora, yo tenía alas. Quizá no debería temer volar... ¿o sí?

El tercer pensamiento eclipsó a los demás: ¿Qué habría pasado en mi mundo? ¿Estaría mi cuerpo en coma, atrapado en algún hospital, o tal vez muerto? ¿Acaso mi alma y mente se habían transportado a este universo? ¿O simplemente desaparecí sin dejar rastro alguno? Imaginé a mi familia y amigos, buscando respuestas desesperadamente. ¿Se preguntarían si alguna vez volvería? Si tan solo pudiera enviarles una señal, decirles dónde estoy...

Me detuve un momento, reflexionando sobre todo. Era natural que alguien en mi situación deseara volver a casa, a su familia, a su vida anterior. Yo también lo deseaba. Sin embargo, aquí, en este nuevo mundo, había algo diferente. Spyro, Cynder, Sparx y los guardianes me habían aceptado, a pesar de mi origen extraño. Y ahora, me ofrecían la oportunidad de aprender a ser un dragón. ¿Qué tal si... soy mejor como dragón que como humano? Spyro confiaba en mí, y esa simple idea me reconfortaba. Además, después de todo... ¿no fue este el deseo que había pedido?

El cansancio volvió a apoderarse de mi cuerpo, pero esta vez era diferente. Sentía que una especie de somnolencia pesada me arrastraba, casi como si estuviera cayendo en un trance. Finalmente, mis párpados cedieron, y me dejé llevar por el sueño.

Al poco rato, me desperté en una extraña biblioteca algo resplandeciente por un brillo azulado, había una gran cantidad de libros sobre las repisas y algunos en el suelo, unos símbolos muy raros en las paredes, algunos frascos con líquidos de colores; pero lo realmente asombroso era de dónde provenía el brillo: de un enorme reloj de arena azul.

"Esto se me hace muy familiar" pensé "¿Acaso no es la sala en la cual Spyro conoció al Cronista?"

"Me sorprende que conozcas este lugar" dijo una voz detrás de mí, "Muchos otros piensan que este sitio solo es una leyenda"

Me giré rápidamente a ver quién me había hablado, y mis ojos encontraron a un dragón azulado, con algunos tonos de gris, usando una especie de túnica del mismo color y con un cristal celeste en un collar.

Estaba realmente asombrado: realmente era el Cronista, el antiguo dragón con una inmensa sabiduría que registra en sus libros todo lo que sucede en cada era. Mientras continuaba mirándolo asombrado, recordé que pasó con él... aunque me fallaba un poco la memoria.

La Leyenda de Spyro, El Legado del GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora