Finalmente hay paz en el mundo de Spyro: la tierra de los dragones. Sin embargo, aún queda mucho por reconstruir. Cuando un humano viaja a este mundo convirtiéndose en dragón, se hará un nuevo amigo para Spyro y Cynder en su búsqueda por reunir un n...
Aquella mañana en la ciudad de Warfang llegó con un resplandor dorado, anunciando el comienzo de un nuevo día de trabajo y esperanza. Los primeros rayos del sol se filtraron a través de las grietas de las nubes, pintando el cielo con tonos cálidos y brillantes.
En las calles de Warfang, la vida retomaba su curso. Los habitantes, con una determinación inquebrantable, habían despertado temprano para sumergirse en las labores de reconstrucción. El eco de herramientas golpeando madera y piedra llenaba el aire, un ritmo constante de esfuerzo y renovación.
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Las estructuras que habían sido dañadas en la lucha contra el ejército del Maestro Oscuro estaban siendo restauradas con meticulosa dedicación. Los dragones y topos trabajaban hombro a hombro, reparando edificios, levantando paredes y devolviendo la vida a su hogar maltrecho. La ciudad, que había sido testigo de tanto sufrimiento y valentía, se estaba recuperando paso a paso.
Entre todo el jaleo, una lucecilla iba entre la multitud, esquivando a los grandes dragones y volando por encima de los topos. Cazador, el guepardo guerrero y rastreador del valle de Avalar, notó aquello.
"¡Ey Sparx! ¿A dónde te diriges con tanta prisa?" le preguntó.
"¿Cazador?" preguntó la lucecilla, deteniéndose para revelar a la libélula que siempre acompañaba a Spyro, como dos hermanos unidos, "¿Has visto a Spyro o Cynder? ¡No los encuentro desde ayer!"
"Los guardianes me han informado que han salido a un paseo desde ayer. No te preocupes, si algo malo pasa, ten por seguro que puedo encontrarlos"
"Se fueron de paseo... ¡¿sin mí?!" se quejó Sparx, "¡No es justo! ¡Y pensé que Spyro era mi hermano! No sé por qué creo que esto es obra de Cynder..."
"No lo tomes como un secuestro, más bien es como un tiempo de calidad entre ambos" le corrigió Cazador, "Se lo merecen después de todo por lo que han pasado"
"Pero, ¡pudieron dejar una nota o algo!" volvió a indignarse la libélula, "Bueno, yo mismo se lo diré, ¿me ayudas a buscarles?
"Lo siento, pero tengo que terminar de ayudar en la reconstrucción el día de hoy para mañana regresar a Avalar"
"¡Todo el mundo está ocupado para el pequeño Sparx! Esta bien, les encontraré yo mismo"
"No salgas de la ciudad, ¡es muy peligroso para ti!"
Pero, a pesar de las advertencias de Cazador, Sparx salió de la ciudad entre todos los guardias en la entrada de la ciudad (al ser tan pequeño) y se dirigió por el camino que consideraba correcto. Más tarde, se arrepintió de no haber preguntado al menos por dónde habían ido Spyro y Cynder, pues al cabo de un rato se vio perdido.
"¡Rayos! Me habré confundido o doblado por donde no era" pensó al cabo de un rato de haber andado en círculos por el bosque, muy cerca del pantano.
Cada segundo a través del intrincado paisaje del pantano estaba envuelto en cautela. Cada vez que un sonido rasgaba el aire, sus alas se tensaban, buscando refugio entre la vegetación. Para él, cada crujido, cada susurro del viento, eran señales de peligro potencial, la amenaza de un depredador hambriento. A pesar de que se había demostrado valiente en varias ocasiones, aún tenía miedo a los depredadores naturales de su especie: las hierbiranas.