Previamente en TyLGH...

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Previamente en la Hondonada, y en Tinkerbell y Las Geo Hadas...

Crystalleder Pov's.
Han pasado varios años desde que la Hondonada nuevamente regresó a la vida, gracias a mi. El Rey Raphaelo, la Reina Clarion y Lord Milori, junto a los ministros, han sabido sobrellevar cada situación que ocurre en la tierra de las hadas.

Georgina y Jorillen tuvieron una hermosa bebé a la cual le han nombrado LooliePie, o como nosotros le apodamos La Hija del Jardín, debido a su conexión extraña con todo tipo de plantas que hay en el mismo.

Lastimosamente Gina murió en el parto. Fue difícil para todos, en especial para Jorillen, pero siempre la recordaremos y más con LooliePie; ha heredado todo de su madre, incluso hasta el mal carácter.

Puedo decir que ahora me siento orgullosa de haber crecido y madurado, junto con Chell y Shebb, y ahora que tenemos alas, trajes, peinados y vidas diferentes, me siento tranquila al saber que seguimos teniendo la misma unión fuerte de amistad.

Ahora reconozco que tengo nuevo amigos; TinkerBell, Rosetta, Iridessa, Fawn, Silvermist, Vidia, Bob, Clack, LilieSamper, StarSnow, Periwinkle, Spike, Gliss, Sled, Las Scouts, los Guardianes, Lord Milori, las lechuzas articas y muchísimas hadas más.

Que pasó con Tobe, se preguntarán. Pues bien, les voy a contar. Afortunadamente Tobe encontró el amor con una de las Scouts, la chica de cabello negro logró enamorar al dulce, pero serio, guardián, y ahora entre los dos clanes se cuidan la espalda y se puede apreciar uno que otro romance secreto y bajo perfil.

Nos hemos instalado en otoño, cerca al frío invierno, pero no tan alejados del cálido verano de la Hondonada. Después de todo somos Geos y necesitamos de todas las estaciones para poder vivir.

Les contaré otra pequeña historia. Posiblemente también se preguntarán qué sucedió con Raphaelo y conmigo, ¿No es así? Pues...

—Hey, pequeña Lleder —. Oi la voz del Rey aproximarme a mi. Mi rey..

—Hola, Rey Raphaelo —sonreí. —¿Todo en orden? —.  Se sentó a mi lado, contemplando unos segundos el horizonte.

—Todo perfectamente bien, Crystalleder —. Susurró audible. —Oye, he estado pensando algo y.. —. Titubeó un poco nervioso.

—¿Si..? —le miré, animándole a continuar.

—Bueno yo.. —. Miró a otro lado y pude notar un leve sonrojo. Vaya, ¿Tan difícil era decirlo?

—Tranquilo, si no quieres decírmelo hoy, lo entenderé, pero sabes que siempre voy a estar para apoyarte —posé una mano sobre su hombro y le sonreí amigable. Todos necesitamos a alguien para que nos apoye y nos guíe de manera correcta, al menos algunas veces.

—Has crecido, Crys, y ahora que tienes... Bueno, Shebb tiene 26 años, Chell 24 años y tú tienes 25 años hada... —. Le noté demasiado nervioso y reí.

—Tengo tu edad cuando ocurrió todo eso, no entiendo porque te pones tan nervioso. Eres el Rey de toda una Hondonada de Hadas, Raphaelo. Has crecido y has aprendido al igual que yo, tienes 33 años hada, ¿Que es lo que tanto te pone nervioso? —susurré aún confundida, pero sin perder la calma.

Así es. Habían pasado ocho años desde que nuestras nuevas vidas comenzaron, y podría decirse que han sido ocho años demasiado perfectos y tranquilos.

—No lo logrará, está demorándose demasiado —. Susurró Vidia, quien estaba con Tink, Chell, Shebb, Silver, Fawn, Rosetta e Iridessa, observando cada movimiento del Rey.

Ellas también habían madurado y tenían casi la misma edad hada de nosotras.

—Agh, claro que si, Vidia. Debemos ser positivos, solo... Hay que darle algo más de tiempo —. Tinkerbell, quien ya tenía 24 años hada, había mejorado aún más como hada artesana, llegando así a poder crear cosas aún más avanzadas con los objetos perdidos.

—¿Ah sí? ¿Tiempo? Yo no lo creo, solo debemos armar la boba y citarlos un día, y cuando todo esté listo ¡Bam! Terminarán casados en un abrir y cerrar de ojos, ¡No debemos perder el tiempo, debemos ser rápidas o si no Crys se cansará de esperar —. Contraatacó Vidia. La hada de vuelo veloz ahora tenía 27 años, y era la mayor de todas.

—Yo no creo, dulzura. Debemos darles espacio, si, y más espacio —. Sugirió Rosetta, quien ahora con 25 años, e igual de vanidosa que antes, les miraba con atención total mientras sonreía inocente.

—Concuerdo con Rosetta, chicas. Ellos necesitan sus espacio, nosotras no debemos interferir —. Añadió Silver, el hada del agua, comprensivamente. Con 26 años era una de las hadas más comprensivas de toda la Hondonada.

—¿Y-Y si ya no sé gustan? —. Comentó Iridessa —O peor aún, ¿Y si el Rey Raphaelo le dice que ya consiguió Reina y nosotras sin saberlo? —. La ansiosa Iridessa, ya con 25 años, y observando la situación, les decía con algo de nervios.

—Agh, no digas esas cosas, Iri. Ambos están hechos el uno para el otro —. Habló esta vez la hada de 24 años, Fawn. Salvaje como el oeste, libre como un animal, y ahora más alegre que nunca estaba decidida a correr cualquier riesgo por sus nuevas amigas, y sobre todo si de amor se tratase.

—Ya debemos irnos, no es bueno estar aquí. ¿Que tal si se enteran y arruinamos la sopresa? —. Susurró Chelleiar mirándolas.

—No digas eso, funcionará ya ve... ¡La va a besar! —. Susurró en un pequeño gritó Shebbazer.

Las amigas bajaron sus cabezas observando con detenimiento la situación, y escuchando muy, pero muy atentas.

—Desde hace años quise hacer esto, pero jamás tuve el valor para decirlo, y bueno, eras una niña —. Reía sonrojado —Crys.. yo.. —.

Miré al Rey con un brillo en mis ojos. ¿Era este el día que esperé toda mi vida?

—S-Si..? —.

Me tomó con suavidad de las mejillas acariciando suavemente una de estas y sin decir palabras alguna unió sus labios con lo míos en un suave compas armonioso. Abrí mis ojos como nunca y sonreí entre el beso embobada y muy feliz. Cerré mis ojos suavemente, al igual que él ya los tenía cerrados, y lo abracé por el cuello peinando con mis dedos los cabellos negros de mi Rey.

Fue uno de los besos más dulces, tiernos, lentos y apasionados que jamás había podido recibir. Los labios de Raphaelo eran suaves, pero carnosos y sin duda alguna su compas, al ritmo de nuestros acelerados corazones, era perfección hecha amor.

Rápidamente nos separamos demasiado rojos al oír el grito de alegría de Shebb. Nos giramos en dirección a donde estaban las ocho chicas.

—¡C-Chicas! —. Les grité muy roja a lo que estás fugazmente y dejando polvillo a su paso, iban volando entre risas y gritos. —Por todas las hadas.. lo lamento — susurré apenada, a lo que el Raphaelo sonrió.

—¿Seguimos? —. Susurró sin saber que decir, y en cuestión de segundo unimos nuevamente nuestros labios un poco más rápido, pero sin perder ese suave compas armonioso del amor que sentíamos el uno al otro.

|2| Tink y La GeoHada Prodigio «|Terminada|» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora