Capitulo 22

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Crys caminaba tranquilamente al salón principal mientras leía un libro de la biblioteca. Al llegar se sentó en la mesa junto a los demás. Lord Milori sonrió viéndola, al igual que las hadas sanadoras, Clarion y Jorillen.

Saludó con la mano y una sonrisa, sentándose con ayuda de Maryorie, que nunca la dejaba sola. Asintió a Maryorie sonriente a lo que ella devolvió el gesto con otra sonrisa.

—Buen día, Crys. ¿Que tal están? —preguntó Milori, refiriéndose a la ella y el bebé.

Ella levantó un pulgar positivamente y los señaló a cada uno.

—Eso es bueno —sonrió Clarion —, nosotros estamos muy bien. Cada día intentamos acostumbrarnos a esto, pero debemos seguir fortaleciendo nuestro plan —añadió.

Crys asintió firmemente mientras tomaba la cuchara para comenzar a desayunar.

—¿Estás lista para a salir hoy? —preguntó Jorillen a lo que ella asintió nuevamente.

—Te has ganado la confianza de él y en estos últimos días la has fortalecido —añadía Clarion imitando a Crys, tomando una cuchara y comenzando a comer.

Crys nuevamente asintió, pero triste, y suspiró tocando su barriga sobre el vestido color lila que llevaba puesto.

—No pienses en eso ahora. Raphaelo nos aporta prendas nuevas y de colores cada día, nos da comida, ahora podemos caminar por el palacio con total libertad, pero es hora de que salgas y busques a mis hadas —comentó está vez Milori seriamente.

Crys asintió. Todos terminaron el desayuno, incluyendo las hadas sanadoras, y salieron de allí hacia sus respectivos cuartos.

Crys por otro lado se dirigía al lugar del trono, dónde Raphaelo se sentaba a gobernar su ejército y a reprender a todo aquel que incumpliera su dictadura.

Abrió la puerta suavemente y lo divisó de pie mirando por el balcón. No dudó en caminar hacia él y tocarle con suavidad el hombro para llamar su atención. Parecía que estuviese de buen humor.

Él se giró mirándola con seriedad, pero rápidamente giró su vista a otro lado carraspeando.

—¿Qué sucede? —preguntó volviendo a verla.

April sonrió ligeramente bajando la mirada y la levantó para mirar el horizonte y señalar el bosque.

—¿Que? ¿Hay invasores allí? —preguntó frunciendo el ceño.

Crys nego y señaló sus pies, volviendo a señalar el bosque.

—Ohh, comprendo. Quieres dar un paseo por el bosque —asintió comprendiendo.

Crys asintió sonriendo.

—No. No soy tan tonto como crees. Tienes mucho para que camines en el palacio, además cuidar de ti y de ese... bebé que estás esperando son prioridad ahora, así que no —repitió volviendo a ver el horizonte.

Crys hizo un puchero y bufó para nuevamente tocarle el hombro.

—Eres más irritable de lo que creí. ¿Que quieres ahora? —preguntó arqueando una ceja.

Crys se señaló a si misma y luego señaló el bosque, acto seguido comenzó a caminar lejos de él, dejándolo solo.

—Wow, wow. Detente ahí, es una orden —comentó, pero al ver que Crys no se detenía optó por seguirla para tomarla del brazo —. No creas que me he vuelto más blando por haber recibido la noticia de que esperas un bebé mío, pero sencillamente podría terminar de destruirte el cuello si así lo deseo o si me desobedeces, ¿Me oíste?

Crys le miró con temor en sus ojos, pero aún así bruscamente safó su brazo de la mano de Raphaelo. Le dió una mirada de odio para finalizar dándole la espalda e irse.

Raphaelo suspiró frustrado; ser el Rey tenía sus responsabilidades, pero tratar con una Crys embarazada era algo totalmente diferente. Desde que Maryorie había confesado que Crys estaba gestante, nunca más había vuelto a tocarla de ninguna forma. El máximo contacto que tenían era visual, pero jamás volvió a tocarla o a lastimarla de la forma en que lo hizo cuando ella quedó inconsciente.

Amaba ver a esas hadas vulnerables y se divertía con sus sufrimientos; en especial sus Geo Hadas. Pero últimamente había algo que le impedía, o más bien... alguien.

Divisó a lo lejos en el pasillo que Crys volvía, está vez con el vestido negro que le había dado la primera vez. Su panza ahora se hacía más notable con ese vestido, pero se veía adorable.

Un leve sonrojo pasó sobre sus mejillas, al ver cómo se colocaba encima el abrigo que él le había arrojado una vez.

—Aun conservas el abrigo que te... lancé —susurró, a lo que Crys asintió seriamente —. Bien. Saldrás, pero si te sucede algo estará bajo tu responsabilidad las consecuencias cuando regreses. Mis Guardianes de la Oscuridad te protegerán.

Crys negó enojada y volvió a señalarse a si misma, está vez haciendo una X con sus brazos.

—¿Que? ¿Tú? ¿Sin nadie más? Claro, como no. No puedes protegerte dentro del castillo, ahora lo harás en el bosque —reía burlón.

Crys apretó sus puños y buscó con la mirada algo para lanzarle, pero al no encontrar nada se quitó el abrigo y se lo lanzó a la cara, para después irse rápidamente.

—¡Vas a pagar por esto, Crystalleder! —gritó con leve fuerza para dejar el abrigo a un lado y llamar a uno de sus Guardianes.

—¿Si, señor? —.

—Vigilala, no la dejes sola. Si sucede algo no dudes en decirme, ¿Entendido? —ordenó seriamente.

—Si, alteza —. Rápidamente el hada Guardiana se fue a buscarla, para seguirla sin que ella se diese cuenta.

Mientras tanto ella estaba en la habitación, acomodando el vestido y ajustando sus zapatillas planas, pero cómodas, para caminar al segundo paso de su plan.

Se miró al espejo y se colocó la pequeña tiara que Raphaelo le había dado. Una de las condiciones para poder caminar con libertad era usar esa Kiara. Raphaelo no sabía si el bebé era niño o niña, pero tenía un heredero asegurado, al igual que le daría la Corona suya o la Kiara de su madre.

Aún no tenía en mente que haría con Crys, pero lo que si sabía era que debía mantenerla a ella y al bebé seguros de cualquier amenaza externa, aunque últimamente las cosas estuviesen extrañamente tranquilas.

|2| Tink y La GeoHada Prodigio «|Terminada|» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora