Capitulo 20

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—¿Sucede algo? —preguntó ella con el ceño fruncido, posicionándose entre él y la hada sanadora.

—Al parecer esta pequeña hada inservible no te dió mi mensaje, ¿Cierto? —preguntó aún con su semblante serio.

—¿De que estás hablando? —preguntó ella confundida y miró al hada sanadora quien bajó la mirada.

—Ponte el vestido y baja al salón principal. No voy a esperarte otros diez minutos. El tiempo es oro y quiero invertir el oro en cosas importantes —masculló saliendo de allí.

—¿De qué rayos está hablando? —preguntó Crys aún más confundida y se acercó al hada sanadora.

—Linda, olvide decírtelo. El jefe quería verte abajo para hablar contigo sobre los planes que tiene para la hondonada —susurró ella asustada mirandola.

—¿Cuáles son sus planes? —preguntó Crys caminando hacia el pequeño maniquí de madera donde se hallaba el vestido.

El hada sanadora cerró nuevamente las puertas y ayudó con cuidado a Crys, para que esta se colocará el fino vestido negro con pequeños detalles rojos que traía consigo una corona y un largo velo.

—No se exactamente qué planea, pero se que involucra a todas las hadas de la Hondonada y el polvillo del árbol —comentaba ella mientras peinaba con un cepillo el cabello de Crys.

—Oh no... Debemos detenerlo pronto —susurró ella.

—Luces hermosa, Crys —sonrió el hada viéndola de arriba a abajo.

—Sin duda alguna, pero prefiero el blanco para este tipo de momentos. Lo único que veo ahora es oscuridad y tengo miedo —murmuró mirando a la hada con leve temor.

—Estoy segura de que algo se le ocurrirá a usted y a los demás líderes buenos. Solo no se esfuerce demasiado, lleva una vida dentro de usted y ahora más que nunca debe guardar mucho reposo —aseguró dándole confianza.

Ambas asintieron a la otra y Crys salió junto al hada sanadora, caminando hacia el salón donde los demás les esperaban.

—Abyo —susurró Crys con mucha sorpresa al ver cómo dos hadas oscuras sostenían a Abyo de rodillas, quien traía ambos lirios en su mano.

—¡Crys, dile al lunático de tu novio que le diga a sus payasos negros que me suelten!  —contestó Abyo enojado y a la vez sorprendido, sin dejar de verla.

—Que sopresa, ¿No? —reía el jefe—. Te ves fascinante, querida mía.

—Raphaelo déjalo ir —. Crys frunció el ceño enojada y lo miró encarandolo.

—No estaba en nuestras condiciones, ¿Recuerdas? —sonrió.

—¿Qué condiciones, Crys? ¿Qué rayos haces con ese horrible vestido? —preguntó Abyo forcejeando con las hadas, muy enojado.

Crys se miró a si misma pensando en si en verdad se veía horrible o no. Varios pensamientos negativos invadieron su mente. ¿La panzita la haría ver más gorda? ¿Había perdido su figura? ¿Su cabello y su rostro habían cambiado? ¿Que fue lo que vio Abyo para decirle lo horrible que sea veía?

—Oh, cariño. No lo escuches. Él es igual al resto. Te vez preciosa —sonrió Raphaelo—. Una Reina digna de un rey.

—¡No es cierto, no lo escuches! —gritaba Abyo sin dejar de forcejear.

Crys se quitó la corona, junto al velo y negó mirando a Raphaelo.

—Sabes que aceptaré quedarme contigo solo para que no lastimes a ninguna hada de este lugar —comentó Crys suavemente miradolo, mientras se posicionaba frente a él.

—Él es un intruso en nuestro palacio —devolvió Raphaelo acariciándole la mejilla. Tomó la corona de sus manos y volvió a colocarla sobre su cabeza, sin dejar de mirarla.

—Soy la nueva reina —murmuró—, ¡Y les ordenó que lo suelten! —gritó con fuerza y enojo girandose a la dos hadas oscuras que lo sujetaban.

Ambas hadas se alejan de Abyo mientras que este se levantaba y se acercaba a Crys.

—Gracias, pero debes volver con nosotros —murmuró preocupado—. Oh, y si. Traje esto para ti. LooliePie las envía, al igual que todos nosotros —sonrió mostrando las arrugadas flores.

—Loo —susurró Crys sonriendo— ¿Ella está bien?

—Al igual que el resto, está bien, pero estamos preocupados por ti. No queremos que ningún... hada te lastime —murmuró Abyo mirando a Raphaelo quien gruñia de enojo.

—No son necesarias las flores, Abyo. Crys tiene toda la energía posible y yo le puedo brindar mucha más. No son necesarias tus... tristes ofrendas —contestó el jefe negando.

—No seas grosero. Abyo solo quiere ayudarla —contestó el hada sanadora interviniendo.

Raphaelo le miró con furia e intento irse hacia ella, pero Crys rápidamente le detuvo.

—Tranquilo, ¿Si? Recuerda tu promesa —susurró ella.

—No he hecho ninguna promesa. Hadas, saquen a ese sucio guardian del reino. Si vuelve a aparecer por aquí les ordenó eliminarlo —murmuró dando la vuelta y comenzando a caminar.

—¡No puedes hacer eso! —gritó Crys defendiendo lo.

—¡¡Claro qu si!!, ¡Y hasta que no me casé contigo no obtendrás ese título de reina que tanto deseas!, ¡Hadas, saquen a Crys de mi vida, al calabozo, sin agua ni comida! —gritó con fuerza a lo que varias hadas llegaron tomando de los brazos a Abyo y a Crys, mientras otras dos se llevaban a la hada sanadora.

—¡No puedes hacerles esto!, ¡Me diste tu palabra, Raphaelo! —gritaba ella viendo como lentamente el jefe desaparecía en el pasillo.

—Crys, ¡Crys! —llamaba Abyo al ser arrastrado por las otras hadas—, ¡Volveremos por ti, lo prometo! —gritó para desaparecer por aquella ventana rota.

Crys resignada bajó la mirada y se dejó guiar por las hadas. Caminaron doblando varios pasillos hasta llegar a la última habitación del palacio. Una de las hadas oscuras abrió la puerta r ingresó al lugar con ella mientras la otra esperaba afuera.

—Lastima que la amada del jefe haya arruinado su propia boda —murmuró saliendo del lugar, mientras cerraba con seguro la puerta.

—¿M-Mi propia boda? —susurró Crys en shock. Parpadeó un  par de veces y lentamente se quitó la corona con el velo para mirarlo—, ¡Agh!

Con enojo en su cuerpo lanzó la corona contra la puerta viendo como la misma se destrozaba en el golpe. Varios pedazos de cristales negros y rojos quedaron esparcidos por la habitación al mismo tiempo que un velo largo hacia un camino desde la puerta hasta ella.

Crys se recostó en la cama con lágrimas en los ojos. Una vez más habían arruinado su oportunidad para ayudar a los demás. Su orgullo y su deseo de creer que podría proteger a todos era también su perdición.

Cayó dormida al mismo tiempo que las lágrimas salían de sus ojos cerrados, sin contar el jefe estaría sonriendo al otro lado de la apuesta, disfrutando de la impotencia de su novia.

|2| Tink y La GeoHada Prodigio «|Terminada|» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora