Capítulo 23

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—¡¿Como que te pescaste a combos, hueona?!—Gritó la Javi por teléfono.

—Pero si ella se lo buscó po, yo no quería si tú sabes que yo no soy de hacer esas cosas.

—Pero May, ¿que va a pensar tu suegra?—Parecía más preocupada que yo, al final no había pensado en eso.

—Hueona que plancha pero ya lo hice.

—Ya amiga bien digna no más, por lo menos tú le pegaste y no ella a ti—Rió—Oye May, otra vez vino este hueón del Diego.

—¿En serio?, y que te dijo ahora ese otro.

—Lo mismo, quería saber cuándo volvías. Yo obvio le dije que no sabía.

—Que terrible—Pasé mi mano por mi frente—A penas llegue hablaré con él.

—Ya amiga, por favor—Reímos—Ya bebé, te dejo. Cuídate y disfruta, te amo.

—Cuídate también, te amo amiga. Adiós—Cortamos.


Habían pasado los días, ya llevábamos 1 mes en Punta Cana así que era tiempo de volver a casa, o mejor dicho nos iríamos todos a Antofagasta. La familia del Erick ya había olvidado lo que pasó con la Belén pero de igual manera todos me daban la razón.

—¿Lista?.

—Si, ya tengo todo.

—Te va a gustar Antofagasta, te llevaré a que conozcas todo—Me dijo cuando comenzó a vestirse.

Terminó de vestirse y ambos nos fuimos a desayunar con su familia antes de irnos.

—Chanchi, que bueno que vas con nosotros—Me dijo la Sherry—Te presentaré a mis amigas.

—Oye esta hueona me tiene impresionado—Comentó el Jean—Después que nadie le cae bien.

—Es un amor mi guagua—Dijo su mamá.

—Un amor mi chanchi—Le sonreí a la Sherry.

—Cuidado con los panoramas que armes sipo Sherry, no vayas a llevar a la Mayte a carretiar con hueones—Advirtió el Erick.

—No hueón celoso oh—Se quejó la Sherry.

Terminamos de desayunar y cuando todo estuvo listo abordamos el yet con destino a Antofagasta. El viaje fue muy largo pero después de muchas horas aterrizamos cuando ya había anochecido. 

—¿Muy cansada?—Preguntó el Erick cuando entramos a la que sería nuestra habitación en su casa.

—La verdad que si amor—Me lancé a la cama sin pensarlo—Quiero una ducha y dormir.

—Si quieres báñate mientras yo deshago las maletas.

Yo saqué mi pijama y me metí en el baño, me di una larga ducha para relajarme un poco. Cuando salí fue el turno del Erick y después de largos minutos salió se acostó a mi lado.

—Estoy muerto—Se quejó—Pero feliz.

—Yo también amor, gracias por tanto—Se acercó y me rodeó con sus brazos—Te amo.

—También te amo—Me besó—Ya verás que la seguiremos pasando bien, aún queda mucho.

Despertamos al día siguiente cerca de las 2 de la tarde, en la casa no parecía haber movimiento y de seguro todos dormían después de ese largo viaje. Nos fuimos a la cocina para buscar algo que comer y volvimos a la habitación.

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