Capítulo 29

1.3K 53 0
                                    

Al llegar estacioné el auto y no sé bien el porqué pero no encontraba el valor para bajar y entrar a la casa. Me sentía tan agobiada por lo que había pasado y me cuestionaba todo lo que dije, ¿era lo correcto?, ¿debí medir más mis palabras?, ¿tal vez fui demasiado dura?, no sé.

Siempre fue una persona importante para mí, no es que el Erick no lo sea obviamente pero con el Diego vivimos tantas cosas, estuvo siempre cuando todo se veía oscuro para mi y siempre era mi compañía en todo momento y yo la de él. Pero tenía que acostumbrarme a la idea de que eso ya había pasado, que estoy en una nueva etapa de mi vida que quiero disfrutar.

—¿Como te fue?—Me preguntó desde el sofá cuando por fin entré en la casa.

—Bien, supongo—Encogí los hombros y me senté junto a él.

—¿Como se lo tomó?—Parecía curioso y un poco burlesco.

—Al principio quería jugársela y obvio le dije que no y le expliqué el por qué—Suspiré—Y después trató de hacerme ver que estaba equivocada pero finalmente todo quedó en buenos términos.

—¿Que hueá se cree?—Frunció el ceño—Seguro iba a cambiar po.

—No sé si lo iba a hacer, pero la cosa es que al final entendió y quedamos en buena.

—¿A que te refieres?.

—Que no hay rencores, le dije que siguiera con su vida no más.

—¿Como amigos quieres decir?.

—Obvio que no—Lo miré como si fuese obvio—Simplemente quedamos en buenos términos, solo eso.

—No quiero que lo vuelvas a ver ni mucho menos Mayte—Ordenó.

—Deja tu papel de controlador Erick—Lo reté—¿Crees que soy capas de verlo a tus espaldas o qué?.

No dije nada más, solo me levanté enojada del sofá y me fui al baño para ducharme. Odio ese papel que toma de prohibirme cosas y ser tan celoso y controlador.  Salí del baño y me lo encontré sentado en la cama.

—Ya si tampoco era para que te enojaras.

—¿Como no quieres que me enoje?, me prohíbes eso como si yo fuese a hacerlo, como si tuviera intenciones de cagarte, Erick.

—No es eso...

—¿Entonces que es?—Interrumpí—Tus inseguridades te hacen ponerte tan insoportable.

—¿Por qué para ti es tan difícil entenderme?.

—A ver, entonces explícame.

—Obvio que me siento inseguro de saber que no terminaron en mala, ¿que pasa si al hueón le da por jugársela de verdad?.

—Nada pasaría Erick, ¿o crees que tiraría a la basura todo por volver con mi ex?—Iba a responderme cuando sonó el timbre—Anda tú a ver quién es mientras me termino de cambiar ropa—Salió de la habitación y cuando terminé de vestirme salí.

—¡Amiga!—Gritó la Javi y se lanzó a abrazarme—Te extrañaba tanto.

—Javi, y yo a ti bebé—La abracé—Que bueno que vienes a vernos.

—Javi, ¿comiste?—Le preguntó el Erick y ella negó con la cabeza—Voy a pedir algo.

—Cuéntame amiga, ¿como estuvieron las vacaciones?, ¿viste a tu mamá?.

—Tengo tanto que contarte que no sé por donde empezar.

Comencé a contarle todo lo que pasó en Punta Cana, en Antofagasta, omitiendo el compromiso y luego lo que pasó cuando estuve en Chile. Cuando llegó la comida nos sentamos los tres en la mesa a cenar.

—¿Y como va el trabajo, Javi?—Le preguntó.

—Va bien, harta pega pero no me quejo—Bebió un poco de Coca-Cola—Y ustedes, ¿como están?.

—Bien, amiga. Todavía desarmando maletas.

—¿Cuando vuelves a trabajar?.

—Pasado mañana—Rodé los ojos—No tengo ni ganas la verdad.

—Amor, ¿le contamos a la Javi?—Me miró. La Javi nos miró asustada.

—¿Qué pasó?.

—Nos vamos a casar con la Mayte—Me tomó de la mano. Mi amiga estaba en shock.

—¿Como?.

—Si amiga, nos vamos a casar.

—May, felicidades—Nos abrazó—¡Mi amiga se va a casar!—Gritó emocionada—¿Cuando pasó todo esto?.

—Cuando volvimos de Punta Cana y nos fuimos a Antofa.

—¿Y tu mamá que dice, May?.

—Ella está feliz, y la familia del Erick también.

—Me alegro tanto—Limpió algunas lágrimas—Les deseo lo mejor. Y amiga tienes que llevarme cuando elijas tu vestido.

—Obvio Javi, estarás siempre viendo todo conmigo.

Al final se quedó hasta entrada la noche con nosotros y luego se fue porque al otro día tenía turno de mañana en la clínica.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente—Le recordé.

—Si sé—Bufó.

—Entonces, te escucho.

—Ya Mayte—Se sentó en la cama— Para ser bien honesto, si soy tan inseguro es porque nunca tuve una polola como tú. Siempre fueron hueonas interesadas y siempre terminé siendo gorreado—Confesó con la mirada pegada al piso.

—Pero eso no tengo porqué pagarlo yo.

—Yo sé eso, pero es que de verdad es inevitable. Yo te amo y no quiero que te separes de mí nunca—Mantenía la cabeza inclinada al piso—Eres la mujer más importante de mi vida, Mayte y no te quiero perder—Puse una mano en su mejilla y la sentí húmeda. Estaba llorando.

—Tranquilo, eso no pasará—Lo calmé con voz cálida pero aún no levantaba la cabeza.

—Yo no podría superarlo, Mayte. Menos si me dejaras por otro hueón.

—Amor, eso no va a pasar—Levanté su cabeza con mis manos y vi sus ojos llorosos—Tranquilo—Limpié sus lágrimas.

—Por eso me pongo tan hueón contigo. Perdón si a veces soy controlador, te juro que no quiero serlo pero es difícil para mí porque antes nunca tuve buenas experiencias y siempre me sentí tan solo hasta que llegaste tú—Me abrazó de la cintura y apegó su cara en mi abdomen.

—Ya no lo vas a estar, mi amor—Lo abracé—Nunca más.

—Quiero que vivamos siempre juntos, que lleguemos hasta viejitos—Me miró hacía arriba—Te amo—Me volvió a abrazar fuerte.

Se quedó abrazado a mi abdomen unos minutos mientras le acariciaba el cabello. Me conmoví un poco por lo que me había confesado y no podía evitar sentir pena.

—Ya no llores—Lo consolé—Todo está bien, amor—Se levantó y pasé mis brazos por su cuello atrayéndolo hacía mi—Te amo—Me besó.

—Y yo a tí, mi amor. Ya no discutamos más.

—Ya hemos peleado bastante.

Finalmente nos acostamos a dormir, al otro día el Erick tenía entrenamiento temprano.

Cerca de las 8 de la mañana me dió un beso de despedida y se marchó a entrenar mientras yo me quedé en casa durmiendo un poco más.

Eres lo que necesito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora