Capítulo 28

1.4K 45 0
                                    

Ya nos encontrábamos a bordo del yet que nos llevaría de vuelta a Italia. Iba un poco apenada, despedirme de mi mamá siempre era lo más complicado y es de las cosas que no me gusta vivir. Ver que siempre queda llorando me parte el corazón en mil pedacitos, siempre trato de hacerme la valiente y no llorar pero me es imposible y al final terminamos llorando las dos abrazadas.

—Mayte, ¿te sientes bien?—Preguntó el Erick haciéndome salir de mi nube. Asentí con la cabeza—¿Segura?.

—Sí, solo me voy con pena eso es todo—Suspiré.

—Tranquila amor, ya pronto la volverás a ver. Mira ya casi llegamos—Miré por la ventana y me di cuenta que ya no estábamos en Chile, ni cerca.

Cuando aterrizamos subimos las maletas al auto y el Erick manejó de vuelta a casa. Me fui callada todo el camino, no entiendo porqué esta vez me costó tanto irme si sé que siempre es lo mismo. Llegamos a casa y bajamos las maletas.

—¿Tienes hambre?—Me preguntó.

—La verdad es que no.—Me senté en la mesa de la cocina con la cara entre las manos.

—Mayte, ¿segura que estás bien?—Se sentó a mi lado y me acarició el cabello—Amor, tranquila.

Entonces no aguanté más y le di rienda suelta a mi llanto, me lo había estado aguantando todo el camino. El Erick me consolaba mientras yo estaba sentada en sus piernas. Lloré y lloré hasta que finalmente solo sollozaba.

—Mi amor, tranquila—Repitió—No estás sola—Me besó la frente.

—Perdón amor—Sollocé.

—Te entiendo, Mayte. Al principio a mi me pasaba lo mismo—Me besó nuevamente la frente y me acomodó el cabello.

—No sé porqué me pegué el show ahora si sé que siempre es así—Me limpié las lágrimas.

—Seguro porque estuviste más días allá. ¿Quieres que te traiga algo para que se te quite la pena?.

—No amor, para que vas a salir si hace frío.

—Dime que te traigo, cualquier cosa para que ya no tengas tanta pena—Me regaló una sonrisa.

—Bueno, ¿podrías traerme algo dulce?.

—Obvio amor, si quieres tú acuéstate y yo voy y vuelvo—Me besó cortamente.

Él tomó las llaves del auto y salió de casa mientras yo me fui al baño para darme una ducha. Me sequé el cabello y me acosté en la cama, a los minutos llegó el Erick como con 5 bolsas.

—Traje todo esto, para que elijas—Había traído un cóctel de cosas que incluía tortas, cupcakes, chocolate y dulces italianos.

—Sólo si tú también te acuestas y comes conmigo.

Antes se duchó y luego se acostó conmigo a comer como desquiciados. Mirábamos Netflix.

—¿Se pasó un poco?—Me preguntó.

—Si ya se me pasó—Le sonreí—Gracias, amor.

—No hay de que Maytesita. No me gusta cuando lloras, me dan ganas de llorar igual—Nos reímos—Oye amor, ¿has pensado en que fecha te gustaría que nos casáramos?.

—No lo he pensado, pero en primavera o verano y me gustaría que fuera en Chile.

—Yo pensaba lo mismo, al final todos están allá—Pasó las manos por su cabello—Nunca pensé que me casaría—Me miró.

Eres lo que necesito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora