Cinco.

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Las pastillas bajaban por su garganta junto con el agua, se metía en un mundo que en el que ni su propia madre entendería, frente al espejo del baño se veía tomar agua, miraba el agua resbalar y cuando se sintió lleno quito el vaso transparente de sus labios. Desapareció el paraíso en el que estaba para volver a la realidad en donde ni sus padres estaban presentes. Salió del baño y miró a su hermana en su cama, con una pequeña nota en sus manos.

—¿Que haces en mi cuarto? - Su voz no era más simple porque no podía revasar los límites, se le escuchaba cansado aún a pesar de que era de mañana.

Su hermana se centro en sus ojos y analizó muy bien las palabras, las formuló para no sacar conclusiones absurdas sobre de lo que acaba de leer. Reclamo a su cerebro por no poder ser tan simplemente poético pero que le iba hacer.

—Asi que... Umh.... ¿Estas enamorado? -Dios que simplon fue eso.

Jake levantó ambas cejas, pero no señal de porqué estuviera sorprendido si no por mera vagancia.

—Uy, que bruja. Cuidado y te queman enfrente de la capilla. - Si Gyllenhaal no era sarcástico son su hermana, quien sabe como estarían.

Jake fue hasta su tocador, tomando así su mochila color azul cielo, un frasco de pastillas y unas mentas metiendo estas últimas a su bolsillo de su suéter.

—¿Me lo diras o no? -

—Si lo estoy, adiós. -

No dijo más hasta salir de aquella habitación, bajo las escaleras, salió de su enorme casa y tomó una de las rutas más cortas a su parecer. Dada a la vuelta de la esquina se encontró a su amigo de toda la vida, ambos sonrieron y rieron al verse, el manor significado que puede llegar a tener una mirada puede causar un millón de sentimientos.

En todo el camino se mantuvieron en platica simple, o quizá se contarías cosas sin un significatido aparente. Sosteniendo sus bajos remordimientos por no tener el bosque tan cerca igual no les seguían importancia. Simplemente caminaron.

Se encontraron a muchas personas por su camino y ni siquiera se dieron la dignidad de saludar, no querían y no podían obligarlos. A medida que se acercaban al bosque sentía por alguna extraña razón que algo andaba mal, por instinto corrieron atravez del bosque por el camino que ya sus pies formaron con el paso de los años, a través de los pastizales tuvieron unos cuentos tropezones y cuando llegaron al rio cruzaron el pequeño camino de piedras que los llevaba a la cabaña.

Una bicicleta estaba ahí y ninguno de los dos la conocían.

Jake abrió la puerta de caoba, y cuando sus ojos miraron esa figura ya conocida se sorprendió.

—¿Profesor? -

—Hola Jake. -

Heath entró con un palo en manos, pero sus brazos bajaron al ver al hombre con un par de latas de comida en sus manos.

—Oh, hola señor Ledger. -

Los jóvenes no tenían otro pensamiento más obvio que estaba robando, se miraron y confundidos pasaron la mirada hacia el mayor.

—¿Nos está robando? - Mencionó Jake con el ceño fruncido, Tom al darse cuenta de lo que las mentes de los muchachos habían formado miro las latas y dio una risa.

—No de hecho, traia un par. -

💫

La tarde fue un poco extraña, un profesor tenía un conversación viva con el muchacho llamado Jake, mientras que Heath se la mantuvo escuchando risas quizá un poco forzadas, ponía en blanco sus ojos al escucharlos tan felices. Y así también tenía celos y envidia, envidia porqué nunca antes había visto a Jake tan apegado a alguien que no fue el mismo. Por un momento sus ojos se pusieron llorosos al verlos compartir tazas de chocolate, dejándolo excluido.

El ni siquiera existía en esos momentos.

Le estaba haciendo daño.

Toxic. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora