DIEZ

24 0 0
                                    

Me acostumbré a todo lo que deja de funcionar,

a lo que empieza con un chasquido

y termina con un "pudo ser"

que no pasa del mediodía.


Primero fue mi coche,

esa carcacha me dejó en mitad del camino

una tarde en que iba a encontrarme

con el presunto amor de mi vida.


No llegue. Él no esperó.


Después fueron los zapatos que me costaron la mitad del orgullo,

los tacones se quedaron pegados en el tiempo

y no pude recuperarlos o que volvieran a ser como al inicio.

Porque nada vuelve a recuperarse

después de haberse roto.


Me quedé descalza

y me corté las plantas de los pies

y las hojas de los dedos.


Después fuiste tú,

no llegaste con promesas ni con ilusiones,

nunca me dijiste que seríamos más que un saludo nocturno y sudor sexual;

sólo te fuiste como una noche de lluvia en verano:

con fuerza y mi humedad encima.


Así que ya sé cómo funciona lo que no funciona.


Estoy haciendo un manual de uso para novatos,

lo voy a vender a tres besos y una cerveza

por si alguna vez lo quieres comprar.

De un peso y para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora