Un día se va a morir
y no tengo ni manos ni pasos descalzos
para impedirlo,
ni el soplo de sueños lejanos.
Y no sé cómo decirle
que me lloran las pestañas
cuando el polvo del día le baña los huaraches.
¿Cómo hacerle saber
que su voz mezclada con la sal en sus bigotes
me recuerda a casa
donde él no estará?
Es más fácil
clavarse en la cruz con una corona de recuerdos
y romperse la cabeza contra la roca,
que pensar en su ausencia.
Pensarlo me lleva a sentirlo.
Se me nublan las manos
y me tiemblan las palabras cuando quiero abrazarlo.
Porque no sé,
porque no puedo y no supe disfrutar
su presencia.
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De un peso y para llevar
PoetryColección de poemas inéditos de diversa índole. Escritos en mi depresión durante la transición a mi nula madurez.