VEINTIDÓS

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Me siento más sola que nunca

y decirlo

es no decir nada

porque al mundo le taparon los sentidos

y le cortaron las ideas.


Estoy en la orilla del precipicio

pero nunca aprendí a saltar,

así que miro el abismo esperando su guiño seductor.


Ni mi eco me acompaña,

soy el grito sordo del niño al que abortó

la madre joven que no tenía sueños.

Soy la escalera en medio del techo

que no se apoya en nada y,

cuando cae, no hace ruido.

El polvo me lleva ventaja

porque hace estornudar al viento

mientras que yo no toco ni tu ausencia.


No me queda arena en las bolsas

que me hunda en la mirada

del hombre ciego que espera la primer moneda del día.


Sólo quedo yo

y mi falta de mí.

De un peso y para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora