TREINTA Y TRES

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En un barco viejo navega mi alma rota,

con las velas en alto

 y la cara oculta de una tristeza desmedida 

y sin olor;

ciega de tanta inmundicia convertida en deseos.

Y el mar se moja las rodillas de sal y carne podrida,

remando a contracorriente entre las sirenas

que no cantan, 

gritan que las dejen morir 

en los labios de un pirata.

El barco se pierde en la nube azul de bruma 

y conchas resquebrajadas,

mientras tiro el ancla 

atada a mis pies.

De un peso y para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora