Algunas noches de verano
una se desnuda el vientre y deja de lado los ojos
para no ver las heridas
ni sentir la sal cayendo en diluvio.
Otras noches nos ponemos rojo en la boca
a ver si así le teñimos la sangre a las penas
para que se vean y no sean imaginarias,
como los sueños donde me llamas.
En verano me gusta llover con el cielo,
porque llorar a mares es mejor que nadar a solas,
porque me queda más la grieta del pecho
y puedo culpar al clima que esconde al sol.
Ya de noche me acuesto luego de encender una vela,
pues sin ella la oscuridad me consume
pero con ella, a su vez,
la luz me da la claridad que mi mente no logra.
Y en la cama, con la piel pegada a las sábanas,
miro a un costado y la ausencia fría del vacío
me recuerda que te tuve un minuto,
antes de caer en cuenta que no me tenía ni a mí.
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De un peso y para llevar
PoezjaColección de poemas inéditos de diversa índole. Escritos en mi depresión durante la transición a mi nula madurez.