Con el tiempo
envejecen las esperanzas
y para soñar
no hace falta cerrar los ojos.
Yo quería aprender a volar
pero las alas
se me quemaron bajo la lluvia
y de las cenizas no brotó ni una pluma.
Se arrugó mi alma
y comenzó a fallarme la sangre,
me traicionaron los ojos
llenándose de recuerdos de bosques oscuros.
Me quedé estancada,
viendo al mundo seguir
porque nunca se detiene por nada,
por nadie.
Morí en el suelo envuelta en seda,
y la sombra que quedó
se erigió como un edificio tan alto,
tan fuerte,
que no se pudo sostener.
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De un peso y para llevar
PoesíaColección de poemas inéditos de diversa índole. Escritos en mi depresión durante la transición a mi nula madurez.