—Espera. ¿Me vas a....vender a algún tipo? —reiteró Jungkook, atónito —No. No, no, no.
—No serás vendido —lo regañó Jimin —Serás ofrecido. No se dará dinero por este intercambio.
La mandíbula de Jungkook se abrió. Era una afirmación tan objetivamente desvergonzada que, hablando francamente, estaba sin palabras. Se puso de pie y con pasos rápidos caminó hacía la salida. El sonido de sus pies se extendía a lo largo de la habitación; estaba silenciosa de lo contrario.
Jimin estaba de pie, sereno, con sus brazos doblados bajo su bata. —Esa no es la salida, extranjero.
Mientras Jungkook entraba a la habitación brillante e iluminada, se dio cuenta de inmediato de que no estaba afuera. En su lugar, se vio atrapado en una especie de habitación circular, con el techo abierto para dejar entrar la luz natural. Un pedestal enorme se elevaba en el centro de la habitación, el mármol blanco reflejaba los rayos desde arriba.
Una mujer estaba de pie imponente en el pedestal, con su túnica fluyendo; una de sus manos sostenía un tridente grande. Un pecho colgaba, su pezón erecto. Había un altar de piedra de proporciones innegables delante de ella, enmarcado con pequeños espejos decorativos de bronce. Normalmente, Jungkook adivinaría que los espejos eran un símbolo de vanidad o frivolidad femenina. En este caso, sin embargo, ciertamente no. La estatua era demasiado grande, sus rasgos eran arrogantes e implacables. En cambio, los espejos extraordinariamente detallados eran probablemente un signo de su alto estatus.
Tres suposiciones sobre quién era esta estatua.
—Tú diosa —dijo Jungkook, con la garganta seca.
—Es inadecuado mirar tanto tiempo a la Señora Asha, a menos que planees hacer una dedicatoria.
Huir era una aventura olvidada, entonces. Jungkook dudaba que pudiera salir de este lugar sin ayuda. Al menos Jimin no se veía hostil. Incluso si sus comentarios sobre "ofrecer" a Jungkook eran profundamente ofensivos e incomprensibles.
Un vistazo más de cerca al pedestal reveló tallas magistrales en amplio friso. Imágenes de caza y batallas aristócratas se envolvían alrededor de la plataforma circular, intercalado con escenas de...sexo. Era más bien vulgar en su opinión, excepto que también había elegancia en ello. Una de las escenas mostraba a un hombre y una mujer luchando, desnudos. No sabía si era deporte o simplemente copulación. Lo absurdo de la situación lo golpeó. Aquí estaba Jungkook, examinando estos artículos como si fueran artefactos antiguos, excepto que no había nada de antiguo en ello. Para personas como Jimin, eran muy reales, muy presente y probablemente artículos modernos en dedicatoria a su diosa.
—Es la diosa del amor y la guerra —dijo amablemente Jimin, girándose y saliendo de la habitación —ven.
—¿A dónde? —soltó Jungkook, frustrado.
Sentía que iba a salirse de su piel. La estatua le dejaba los pelos de punta. Al menos estaba alejándose de la estatua, en vez de acercarse.
Jimin lo llevó a una habitación bien amueblada, pero más bien espartana. Era simple y minimalista. Incluso la cama era sencilla, de mármol con una especie de cojín de tela debajo, que servía de colchón. Parecía elegante pero extraordinariamente incómoda. Jungkook se sentó para probarlo, e hizo una mueca de dolor. ¿Cómo demonios se dormía la gente en esto? Miró alrededor de la habitación. Una sola, pero grande, ventana se encontraba sobre la cama. Unos pocos libros descansaban en la mesita de noche inocentemente.
Quizás Jungkook podía escapar por la ventana. A este paso, escapar parecía ser una aventura sin remedio, dudaba que pudiera comunicarse con las personas que vivían aquí y con lo que estaba usando, simplemente llamaría demasiado la atención.
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Displacement (Yoonkook)
General Fiction-Eres encantador, después de todo -dijo el hombre, parpadeando apreciablemente mientras miraba a Jungkook de arriba abajo en minuciosa consideración. -Creo que le gustarás mucho al Señor Yoongi, incluso con esa extraña ropa que estás usando. Jun...