Capítulo 7

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—¿Ayudarte? —preguntó Jungkook, mirando hacia arriba. Sus ojos estaban muy abiertos.

—Te pido que me ayudes a superar las maniobras de Asha —Yoongi sirvió otra copa de vino y se la ofreció a Jungkook, quien la tomó de forma tonta —Para hacerlo, debemos mantener el engaño de que somos amantes.

Jungkook parpadeó y dejó la copa abajo.

Yoongi frunció el ceño.

—¿Qué? —enfatizó Jungkook lentamente.

—Solo ante el público, por supuesto. Por si estás preocupado por eso. —el magistrado se apresuró a tranquilizarlo, como si no se diera cuenta del giro drástico que esto había tomado de lo que esperaba Jungkook.

—¿Cómo es que pretender ser tu amante va a ayudarte contra Asha? ¿No se supone que lo ve todo? Ya que es una Diosa y todo eso.

Puede verlo todo —le corrigió Yoongi —elige no hacerlo.

Una pausa.

—Eso no tiene sentido.

Molesto, el magistrado le lanzó una gota de vino a Jungkook, quien pasó su mano irritado por el aire.

—Si pudieras verlo todo, ¿de verdad pasarías todo tu tiempo libre observando a tus admiradores? Seguro un ser tan poderoso pasa su tiempo haciendo otras cosas.

Dijo Yoongi como si fuera un hecho. Su concepción de lo que es un dios era claramente (en gran medida) diferente de la de Jungkook. Las antorchas en las paredes parpadearon tenuemente con la luz. La tarde se acercaba pronto, y todavía tenían la reunión con los benefactores de negocio.

—...claro —dijo Jungkook —¿Entonces cómo esto me va a ayudar a mí, exactamente?

Claro, Yoongi había dado su consentimiento para ayudarlo, pero Jungkook ignoraba qué abarcaba eso. Por todo lo que sabía Jungkook, el magistrado no podía ayudarlo realmente y Jungkook estaba atrapado aquí por la eternidad como su amante de mentira. No es que Yoongi se viera como una persona horrible. De hecho, sus bromas se volvían más familiares cada segundo que pasaban en la presencia del otro.

—Asha te envió hasta aquí. Te puede enviar de vuelta —dijo Yoongi sucintamente. Hizo un gesto hacia la puerta —Después de ti.

Llegaron tarde a la reunión de negocios.

Dos hombres caucásicos estaban sentados en unas bonitas sillas de madera pulidas, viéndose más cerca a lo que Jungkook esperaría de dos hombres de la antigüedad. Estos debían ser los norteños de los que hablaba Yoongi.

—Magistrado —dijo uno de los hombres, un rostro presado, de mediana edad y rasurado, con unos pendientes en forma de disco. —Llegas tarde. Esto es intolerable.

El otro hombre simplemente miró a Jungkook lascivamente, curvando sus labios. Tenía líneas en su frente, que parecían cortadas de un sarcófago de tumba en un estilo intenso.

—¿Y quién es el? —preguntó el hombre espeluznante —No sabía que estábamos dejando que hetairas entraran a las transacciones de negocios. ¿Es esto una ofrenda?

La mano de Jungkook se fue directo al antebrazo de Yoongi y lo apretó. Fuerte.

Yoongi apenas parpadeó, inclinándose hacia atrás con petulancia. El imbécil claramente era buen actor o quizás realmente era presuntuoso y se jactaba de eso por encima de ellos.

—Matavel, Urenal. Ambos ya parecen estar llenos de quejas, a pesar de estar involucrados en este horrible trato de negocios que terminó mal. ¿Sospecho que por eso están aquí?

Displacement (Yoonkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora