Capítulo 3

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Jimin entró dando zancadas a la habitación con sus brazos llenos de cosas.

—Para ti —dijo Jimin. Sacó un ataúd de madera con una placa de marfil, con tallados alrededor de toda la caja. Jungkook parpadeó y se levantó, despierto pero exhausto. Había dormido mal anoche debido a la ansiedad.

Un manto de lino sobre el chitón, borlas trenzadas en las batas y una diadema dorada con incrustaciones de cuentas de vidrio yacía sobre la pila.

Jimin levantó una ceja cuando Jungkook simplemente miró con confusión la pila de artículos.

—Llevarás esto a la ceremonia. Desnúdate, por favor.

Tomando un respiro tembloroso, Jungkook pasó una mano sobre la diadema, se veía costosa. Ya que no parecía tener otra opción, Jungkook levantó su camisa por sobre su cabeza. Jimin lo ayudó durante todo el proceso, embelleciendo a Jungkook en un pináculo de riqueza y lujo. Un broche de oro soldado con pequeños gránulos de oro aún más pequeños unía la túnica. Pulseras de ámbar tallado y cuentas adornaban sus muñecas y un colgante de bulla estaba colgado en su cintura, quizás como una ofrenda religiosa. Jimin puso una sandalia de suela con bisagras y cordones de oro en sus pues. Y, finalmente, la diadema fue puesta encima de su cabeza.

Se sentía pesado. Disfrazado. Un poco frío, pero más que nada por los nervios.

Jimin le entregó un espejo de bronce y Jungkook se congeló al mirarse.

Se veía elegante. De otro mundo y semejante a una estatua; podrías poner sus pies en sandalia en un zócalo y encajaría con el resto de las estatuas de dioses y diosas. ¿Era eso lo que intentaban emular con esta ceremonia? ¿Un dios?

Y, Jesús, ¿cómo diablos esta gente poseía oro en una cantidad tan grande? La espectacular calidad de todos estos artículos atestiguaba la alta competencia técnica de sus joyeros.

—Asha es honorada enormemente por nuestra gente —intervino Jimin, viendo como Jungkook examinaba los adornos con atención fascinada. Jungkook se sacudió, enderezándose incómodamente. —solo los mejores materiales son usados para aquellos asociados a nuestro Templo.

Pasos resonaron desde fuera de la habitación y, por primera vez, los ojos de Jungkook se posaron en otro individuo de su edad aparte de Jimin.

Era una chica. Su cabello negro estaba fijo en su cabeza en un moño de estilo mediterráneo. También era asiática y espantosamente pequeña. Linda, pero no hermosa.

—Yoojung —se sobresaltó Jimin, mostrando una emoción genuina y sin adulterar, lo que se sentía raro en este templo —¿qué estás haciendo aquí?

Otro nombre coreano. La chica, Yoojung, pasó sus manos por su chitón suave. Cadenas con intricadas flores de lotos y diseños en zig-zag adornaban su largo vesito. Su expresión era oscura y tormentosa.

—Estás atrasado —dijo ella —Seokjin ya sirvió el vino. Tenemos que irnos.

La cara de Jimin se quedó en blanco.

—Oh, aliento de Za.

—Exactamente —respondió Yoojung y le dirigió una mirada a Jungkook, sus ojos examinaron su cuerpo de arriba hacia abajo descaradamente. Su boca se torció. —Es hermoso, como se esperaba.

Jimin los apresuró a salir de la habitación. Jungkook los siguió en silencio, con las manos sudadas. Estaba fuera de lugar de una manera horrible en este templo, vestido en oro pesado y túnicas detalladas.

—No suenas feliz sobre esto —Jimin le comentó a Yoojung. Ambos le daban la espalda, caminando unos cuantos pasos delante de Jungkook.

—¿Cómo podría? No sabemos nada sobre este hombre, sin embargo, será obsequiado al Señor Yoongi. No confío en él.

Displacement (Yoonkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora