Capítulo 4

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El Magistrado Yoongi lo miró fríamente, su rostro era ilegible excepto por la irónica inclinación de sus labios. El hombre tenía una mopa oscura de pelo arqueada sobre su pálida frente desordenadamente. Las túnicas azul oscuro caían en cascada elegantemente sobre su cuerpo, un peroné decorado en bronce se ataba en la esquina de su hombro. De baja estatura. Ojos agudos y perezosos. Sorprendentemente guapo. Jungkook había imaginado a un hombre mayor, con barba, con un comportamiento serio y profundo. En cambio, el hombre que tenía delante era casual, casi imperioso, inundado del orgullo juvenil de un líder elegido por los dioses.

—Otra prueba —dijo Yoongi, inclinándose hacia atrás, dejando caer el velo después de ver la cara de Jungkook despectivamente —Asha debería hacerlo mejor.

Jungkook entrecerró sus ojos, tomando la diadema de su cabeza y tirándola agresivamente hacia un lado. Aterrizó en la cama con un distintivo y claro sonido. Yoongi siguió el movimiento cuidadosamente, alzando ambas cejas de manera divertida.

—Qué irrespetuoso —musitó Yoongi, parpadeando. Jungkook ignoró el comentario y se concentró en el suyo, con determinación rugiente para escapar.

—Eres el magistrado.

Una pausa.

—Esta es mi habitación, sí —clarificó lentamente Yoongi.

Jungkook se puso de pie. —Entonces necesito tu ayuda.

—Necesitas mi ayuda —repitió Yoongi, moviéndose para servirse una copa de vino, con las cejas todavía en alto —¿Con qué, si puedo preguntar?

Lamiendo sus labios, Jungkook dijo: —necesito salir de aquí.

Con el corazón acelerado por la ansiedad, Jungkook esperó una respuesta. No tenía ninguna intención de ofrecerse a sí mismo a este hombre. Jungkook iba a volver a su hogar. El magistrado era su mejor apuesta; un hombre con el máximo poder, que se esperaba respetara los deseos de Jungkook, quien aparentemente había sido escogido por los dioses. Si estaba dispuesto a ayudar, entonces Jungkook tenía una oportunidad de salir de aquí. Tenía todos los recursos para investigar a su disposición, como también la oportunidad para asegurarse de que esto realmente era la realidad y no un sueño demente. De otra forma, Jungkook siempre podía correr hasta el templo y esperar desesperadamente que alguna clase de poder más alto lo teletransportara a su hogar. Todavía no podía entender el aspecto sobrenatural de la situación. Estos dioses no podían ser reales. De ninguna manera.

Bebiendo su vino con calma, el magistrado Yoongi se inclinó contra la mesa, con sus ojos felinos sobre la copa. Su mano bajó.

—Eres libre de salir de mi habitación si así lo quieres.

El magistrado Yoongi era claramente un imbécil gigante.

—Me refiero antes de que terminara en el templo. Es decir, en Italia. No soy de por aquí, en caso de que no lo notaras, y quiero irme a mi hogar.

—¿Hogar? —preguntó Yoongi, frunciendo el ceño por primera vez —Este es tu hogar ahora.

A la mierda eso. Jungkook apretó sus manos mientras el magistrado se acercaba, con los ojos entrecerrados. Yoongi estiró una mano hacía la cara de Jungkook, para apretar su mandíbula o acariciar su mejilla para examinar. De cualquier forma, Jungkook agarró la muñeca del hombre fuertemente antes de que pudiera acercarse más. Sorprendido por la fuerza de Jungkook, Yoongi parpadeó por el agarre forzoso en su brazo. Claramente no había esperado ninguna clase de iniciativa agresiva.

—No me toques —articuló Jungkook lenta y claramente, con la mandíbula tensa.

—Desafortunadamente, mientras más tiempo sostengas mi muñeca, más tiempo estaré tocándote. Quizás deberías dejarme ir.

Displacement (Yoonkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora