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En medio del desierto, un hombre alto con barba y ojos rasgados esperaba pasiente. Frente a él,  Kaecilius, un ladrón reconocido del bajo mundo bajaba de su caballo.

—llegaste tarde—dijo Kaluu.

—un millón de disculpas, oh paciente señor—dijo el ladrón. Kaluu lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿la tienes? —preguntó seriamente.

—tuve que cortar algunos cuellos— sacó de entre sus ropas una figura de oro —pero la tengo—

Kaluu intento quitársela pero el ladrón con más rapidez la alejo.

—el tesoro—dijo sonriente.

Una serpiente salió de la arena y le arrebato la figura, entregándosela a Kaluu —creeme mi mordaz amigo, tendrás tu merecido —de entre sus ropas sacó una pieza similar, uniendolas formó un escarabajo de oro.

El insecto cobro vida, volando a gran velocidad lejos de ahí, dejando una estela dorada detrás de él.

—¡rápido, sigue al escarabajo! —grito Kaluu, tomando las riendas del caballo y corriendo tras la estela antes que desapareciera.

El escarabajo se introdujo en lo profundo del desierto, encontrándose con una montaña de arena, se hundió en ella, dejando sólo dos brillantes puntos en la arena.

Kaluu miró asombrado como del suelo una inmensa cabeza de Tigre salía. El Tigre rugio y alejo a los dos caballos junto con sus jinetes. Abriendo su boca, dejó ver una luz cegadora en el interior.

—al fin, después de tantos años de búsqueda ¡la cueva de las maravillas! —la serpiente subió por su brazo, enrollandose en este.

—vaya, por Alá—murmuró Kaecilius.

Kaluu tomó al ladrón de las ropas, sacudiendolo con fuerza —y ahora, no lo olvides ¡traeme la lámpara! —ordenó con una gran sonrisa en su rostro —el resto del tesoro es tuyo, pero la lámpara es mía —

El ladrón se sacó del agarre, frotando sus manos se encaminó ansioso a la gran boca del Tigre de arena.

La serpiente subió por el hombro de Kaluu —¿de donde sacaste a ese soquete? —preguntó la serpiente.

Kaluu llevó su dedo a sus labios —silencio, ahora averiguare tus mentias—

El ladrón camino hasta el filo de los colmillo de arena, se acercó a mirar al fondo, contemplando como la arena se convertía en escaleras que lo resibirian. Al solo poner un pie adentro el Tigre de arena rugio con fuerza, mandándolo lejos.

—¿Quién se atreve a perturbar mi sueño? —preguntó el Tigre de arena con una voz grave y aterradora.

Kaecilius miró desafiante al animal —yo, Kaecilius, el humilde Ladrón—

—Saben que aquí sólo podrá uno. Aquel cuyo valor se encuentre por dentro. El diamante en bruto —advirtió el Tigre.

El ladrón giro a ver a Kaluu y este señaló la cueva —¿que estas esperando? Adelante —

El ladrón puso un pie dentro de la boca del gran tigre, en el primer escalón. Espero paciente pero nada ocurrió los primeros segundos, listo para seguir avanzando un fuerte rugido le heló la sangre. La arena cayó, tragandoselo y desapareciendo la cabeza del Tigre en un potente rugido.

De la gran montaña de arena sólo quedó un poco acumulada, con las dos figuras del escarabajo sobre esta y la voz potente del Tigre se oyó por última vez —encuentra al diamante en bruto—

AladdinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora