Everett camino temeroso hasta un inmenso árbol que lograba pasar la altura del gran muro del palacio con sus ramas.
Su capa fue jalada, obligándolo a bajar cuando apenas había puesto un pie sobre la madera.
—Tony —el hombre en forma de Tigre lo miraba intranquilo —tu mejor que nadie sabe que aquí no podré hacer mi vida —Tony asintió y se alejo lantemente —aun que suene loco te hechare de menos—confesó. Volviendo a subir por las ramas.
Llegando a lo alto de la muralla, observó al Tigre —adios—dijo finalmente, para saltar el muro y encontrarse en la calle.
La mañana llegó como era de costumbre, el estómago de Stephen y Christine gruñó, así que subiendo en los techos de los puestos de comida formaron su típico plan.
—¿Lista, Christine? —le preguntó Stephen y ella asintió.
Christine bajó del techo, justo detrás del hombre que vendía melones, tomó un melón, sin disimular nada la oculto debajo de sus ropas.
—¡oye tu! —el vendedor se giro a la chica que tenía una de sus frutas en su estómago —¿que crees que haces? —
Christine lo miró muy confundida —¿yo? —preguntó, señalándose con un dedo.
—¿cómo te atrevez? —forsejeo con la chica, mientras detrás de él, desde lo alto del puesto dos manos tomaron un melón.
Christine dejó caer la fruta lentamente al suelo para que no sufriera ningún daño —tenga, tenga —dijo frunciendo el ceño.
El vendedor tomó la fruta, al girar para colocarla en su lugar noto que faltaba una, giro a ver a la chica pero ella no estaba.
Arriba del puesto los dos jóvenes se sentaban a degustar la fruta.
—bien hecho, Christine —le dijo Stephen. Partió la fruta en dos y le dio una mitad a la mujer y el tomó la otra.
En el fondo del mercado un hombre, cubierto su rostro caminaba curioso por el bazar.
Everett miraba maravillado el lugar, todos le ofrecían algo, frutas dátiles, joyas, incluso un pescado apareció frente a él de la nada.
Disculpándose con los vendedores por no comprar nada se alejo, sin querer pisando el pie de un escupe fuego.
—disculpe—le dijo al hombre, del susto la tela que cubría su rostro desencio hasta sus hombros. El escupe fuego soltó una gran llamarada en un eructo. Everett miró aterrado aquel suceso en especial que el hombre siguiera como si nada.
Strange miró lo ocurrido, quedando sorprendió, sin saber porqué no podía dejar de ver a ese pequeño hombre que se disculpaba con todos.
—wow—murmuró suavemente al verlo cubrir nuevamente su rostro.
Christine terminaba su fruta, cuando vio la cara de embobado de su amigo, giro para ver lo que lo tenía tan cautivado que lo hizo olvidar el hambre monstruosa que los agobio aquella mañana.
Un hombre con el rostro cubierto por una tela azulina, miraba a un pequeño que intentaba tomar algo de un puesto de comida.
—¿tienes hambre? —le pregunto Everett al pequeño. El niñito asintió —ten—le paso una manzana y el niño corrió contento.
El vendedor, un hombre alto y muy ancho salió del puesto con las manos en la cintura —más te vale que tengas con que pagar eso—gruñó.
Everett se giro confundido —¿pagar? —
El muy alto hombre lo tomó de la mano y lo jaloneo devuelta al puesto —¡nadie roba fruta de mi Puesto! —le aclaro.
—lo siento señor, es que, no tengo dinero—intento justificarse.
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Aladdin
FanfictionStephen es un ingenioso joven que vive en una extrema pobreza, y que sueña con casarse con el hijo del sultán, el príncipe Everett. El destino interviene cuando el astuto visir del Sultán, Kaluu, recluta a Stephen para que le ayude a recuperar una...