Un asinano, con dientes amarillos y algunos caídos, una gran joroba en su espaldas, se arrastraba por la arena, con su bastos formando una tenue línea.
—¿quién eres tú? —le preguntó Stephen.
El demacrado anciano camino a tropiezos hasta el —un prisionero como tu ¿no ves? —dio un pequeño salto, saliendo a la luz y dejando ver sus rasgos desgastados —pero juntos podemos más —
Stephen miró a Christine y ella negó.
—muy bien, escucho —dijo Strange, levantando una ceja.
—hay una Cueva muchacho, una Cueva de las maravillas—dijo emocionado el anciano. —llena de los tesoros más ratos que puedas encontrar —de sus ropas sacó tres grandes rubíes —
Christine y Stephen los miraron, formando una sonrisa en sus rostros.
—con el podrías impresionar a tu príncipe ¿comprendes? —dijo sonriente.
Stephen dudo —pero la ley dice que sólo un príncipe... —
El anciano se acercó bruscamente, haciéndolo callar —no conoces la regla de oro— le sonrió, mostrando un diente de oro en su hilera incompleta —el que tiene el oro hace las reglas—
Stephen escondió a Christine detrás de él y se alejo del anciano —¿y compartiría ese gran tesoro conmigo? —
—necesito unas piernas fuertes y una espalda joven para ir por el—explico palmeando la espalda de Stephen.
—hay un problema —dijo Christine aún escondida —eso está ahí afuera y nosotros aqui—
El anciano salto a una pared—*no es como lo pintan—con su bastón tocó la pared y está se abrió en una pequeña salida —¿y bien? —le extendió su mano—¿hacemos un trato? —
Stephen miró a Christine y está levantó los hombros.
Escaparon, tomaron un caballo y entraron al desierto. En lo profundo de este la gran cabeza del Tigre de arena apareció.
—¡Quién hoza perturbar mi sueño! —dijo el imponente Tigre de arena.
Stephen dudo, Christine miró sin creerlo al animal gigante —soy yo, Stephen—
El tigre lo miró curioso —¡entra! —ordenó —no toques nada más que la lámpara! —abriendo su boca, mostró dentro una larga escalera brillante.
Stephen giro a ver al anciano —traeme la lámpara y luego te daré tu recompensa —dijo sonriente, moviendo su baston.
Christine se abrazo de su amigo cuando este dio un paso adelante —vamos, Christine —dijo seguro.
Ambos entraron por la boca del Tigre a una larga escalera dentro de una enorme Cueva.
Al final de las escaleras solo había una pequeña entrada, la cual al cruzarla se encontraron con un cuarto inmenso, mucho más grande que cualquier palacio que hubiera visto antes.
Un cuarto tan grande que un pueblo entero podría habitarlo, todo absolutamente hecho de oro y lleno de objeto, monedas, estatuas, muebles, todo de oro.
—Mira esto—le dijo a su amiga. Montañas de monedas con jarros. El color dorado abundaba en cada esquina. —con solo un puñado me haría más rico que el sultan—
Christine corrió a tomar varios objetos, sin creer que tanta abundancia apareciera frente a sus ojos —¡Christine! —
La mujer detuvo sus acciones justo cuando iba a tomar una capa roja del suelo para guardar todo ahí —¡no toques nada! —
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Aladdin
FanfictionStephen es un ingenioso joven que vive en una extrema pobreza, y que sueña con casarse con el hijo del sultán, el príncipe Everett. El destino interviene cuando el astuto visir del Sultán, Kaluu, recluta a Stephen para que le ayude a recuperar una...