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De camino a la librería KyungSoo medito sus opciones. Dejar el trabajo era una de ellas, pero, siendo honestos, dejarlo no era una opción muy fiable. La paga era buena y se la podía pasar leyendo la mayor parte de su jornada.

Dejarlo, haría que el señor Kwon quien tenia 60 años cerrara su única fuente de ingresos. Nadie mas quería trabajar ahí.

Se mordió en labio.

Su vida estaba en peligro, no debería de darse el privilegio de dudar, sin embargo, lo hacia.

Pateo una lata de aluminio.

- No deberías de hacerlo, no ha sido una pelea justa.

Y ahí estaba. La persona que ni tenia ganas de ver ni escuchar. Su estúpida y hermosa cara hacia que le diera dolor de cabeza.

Su estúpida y hermosa sonrisa le derretía las piernas... Pero eso no quería decir que lo fuera a llamar.

Solito llegaba.

- ¿Acaso me sigues?

Pregunto. Ya no parecía una casualidad que se topara a Kai hasta en la sopa.

Kai negó divertido.

- ¡Por supuesto que no! Trabajo en la cafetería. ¿Recuerdas?

¡Oh! Ese pequeño detalle.

- Mmm, bien. Sigue tu camino. Shu, shu.

Kai río.

- Estas luego, niño bonito.

Con el entrecejo fruncido grito:

- Mi nombre es KyungSoo.

-¡Que te llames KyungSoo no quiere decir que dejes de ser un niño bonito!

__________

A noche calló una fuerte lluvia, estoy seguro de que por la mañana el tiempo sera peor.
El caballo se ha vuelto loco desde que ya no te ve, yo también. Te extraño tanto.
¿Le habéis puesto KyungSoo, como lo prometido?
¿Como vais por allá?
¿ Recibisteis mi primera carta?
Vamos, cariño. Contestáis esta.

- Acomoda esto por allá, pequeño Kyung.

El señor Kwon se atravesó en su campo de visión, llevaba entre sus brazos una caja que a simple vista parecía pesada. Se bajo rápidamente del taburete y se la quito. Un fuerte suspiro de alivio salio de los labios del anciano.

- Tienes que tener cuidado con esta caja, son libros viejos.

KyungSoo asintió llevándose la caja a donde el Señor Kwon le dijo que los llevara.

El hombre encapuchado no había vuelto a aparecer por ahí. Bueno, no es que pasará mucho tiempo desde la primera vez, además, es inteligente de su parte no hacerlo. KyungSoo no estaba de humor esa mañana, podría sacarle un ojo solo con una cuchara. Estaba harto de ser la damisela en apuros. La damisela que tienen que rescatar cada dos por tres.

Abrió la caja con suma delicadeza, esos libros podrían valer mas que su cabeza adornada con diamantes. El lo sabia de ante mano. Quería ser coleccionista después de todo.

Las tapas le decían que a la mucho los libros tenían como 50 años, unos otros con mas años.

Suspiro ¿Como había conseguido ejemplares tan viejos? El señor Kwon era misterioso.

La caja había terminado vacía, bueno, casi.

Un colmillo bastante conservado yacía hasta en fondo. La cadena brilla bastante, aun así sin que hubiera luz por esa zona.
Lo tomo entre sus manos y brillo con mas intensidad.

El Juramento (KaiSoo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora