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Continuación de: «¿Asustado? ¡Vodkila!»

Con cada beso, con cada roce de sus pieles era como una chispa antes de que las llamaradas comenzaran a descontrolarse o eso era lo que sentía el mexicano que se encontraba en una situación íntima con Rusia

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Con cada beso, con cada roce de sus pieles era como una chispa antes de que las llamaradas comenzaran a descontrolarse o eso era lo que sentía el mexicano que se encontraba en una situación íntima con Rusia.

Lo admitía había bebido demasiado pero no estaba perdido del todo, quería esto lo anhelaba con todo su corazón, el ruso comenzaba a desabrochar la camisa de cuadros del menor de estatura al desabrocharla por completo pero no quitándosela comenzó a dejar un camino de besos desde el abdomen hasta sus labios después bajo a su cuello dando pequeños besos que se convirtieron en mordidas mientras que acariciaba el vientre marcado del hispano, cansado de dejar mordidas en el cuello del menor de estatura atacó su boca comenzando con una pequeña guerra mientras tenía distraído al mexicano comenzó desasiéndose de su camisa de vestir que llevaba puesta arrojándola en alguna parte de aquella habitación perteneciente del soviético dejando a la vista el trabajado cuerpo de este, dejó el lujurioso beso y comenzó a descender rozando sus labios por todo el cuerpo tricolor hasta llegar a los pantalones del norteamericano sonrió satisfecho al poner ambas manos en el botón del pantalón, aquella acción hizo reaccionar al tricolor azabache abriendo sus ojos de golpe se sentó rápidamente en la cama alejando al ruso —N-No puedo, lo lamento— miro a otro lado de la habitación avergonzado, después sintió una mano en su pecho haciéndolo acostarse de nuevo en la cama, el ruso se colocó encima de él sin lastimarlo de su bolsillo del pantalón sacó algo peculiar; era el paliacate del mexicano, lo hizo más largo agarró las muñecas del menor pasándolas hasta la altura de su cabeza atándolas fuertemente, o pero con el paliacate no, las luces nuevas que se encontraban en la cabecera de la cama las utilizó para dejar inmóvil al hispano, deslizó sus manos acariciando los brazos venosos de este, aún con el paliacate sosteniéndolo sus manos se posaron en los cabellos azabaches, comenzó a besarlo y con aquella distracción tapo los ojos del de emblema de águila —R-usia— habló con nerviosismo el latino al no ver absolutamente nada, y sus manos estaban fuertemente pegadas a la cabecera de aquella cama matrimonial, sintió como el ruso dejaba besos comenzando a descender y volver a llegar a los pantalones azules de el, trago en seco al sentir las cálidas manos del soviético abriendo el pantalón y bajarlo con lentitud, tuvo un escalofrío al sentir la respiración del otro en su cadera a la altura de su pierna izquierda, no podía ver si ya tenía alguna erección lo más probable era que si pues lo besos en su cuello le hacían perder el control, sintió como su bóxer descendía con lentitud pero jamás sintió las manos del soviético en estos, después el rose de la barbilla en su pierna izquierda le hizo comprender que aquella acción lo hacía con los dientes al estar completamente desnudo apretó sus manos en señal de nerviosismo al no sentir el tacto del ruso.

𝐋𝐚 𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐠𝐨 «𝐑𝐮𝐬𝐦𝐞𝐱» [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora