When it's time [Billie Joe Armstrong y tú]

Treinta y uno

Último capítulo

- Billie ya despiértate - Abrí las cortinas de la habitación dejando que la luz entre

-Puedes dejar de molestarme? - Me gritó enojado - Si no me quiero levantar no lo voy a hacer

-Tienes que ir a dar un concierto, hazlo por tus fans que son las únicas que te siguen queriendo después de todo - Grité

- Que me importan mis fans? – Dijo - Quiero dormir en paz mujer

- Que acabas de decir? Sabes que sin ellas no serías nada - Él se levantó de la cama, agresivo, y comenzó a vestirse.
Me daba miedo su actitud

- Sin ellas tampoco sería un maldito drogadicto - Gritó

- Deja de echarle la culpa a todos por tus problemas. Billie me estás matando, todos los días tengo que estar discutiendo así contigo - Me senté en el sofá - Ya estoy cansada

- Y por qué mierda no te vas a Nueva York y dejas mi vida en paz? - Esas palabras me hirieron, estas semanas me habían salido canas verdes

- No valoras nada Billie - Me agarré la cabeza - No ves a la cantidad de personas que quieren ayudarte

- A ver si me entiendes - Se acercó a mi, agresivo - NO QUIERO LA MALDITA AYUDA DE NADIE - Gritó

- Estas enfermo Billie - Dicho eso, él apretó sus dientes y me pegó una cachetada haciendo que quede en el piso. Yo solo lo miraba y me tocaba mi mejilla, estaba esperando a que sienta compasión por mí y me diga un "perdón" pero no lo hizo, solo se quedó allí mirándome con la respiración agitada - Eres un maldito monstruo Billie - Me levanté del suelo y caminé hacia mi maleta

- Que haces? - Preguntó
- Que te parece? Me voy Billie - Una lágrima cayó por mi mejilla - Intenté todo contigo sabes? Me convencí a mi misma que todo esto era una etapa, y que ibas a salir de esto - Sonreí - Pero sabes, todo esto me terminó enfermando a mí

- Vete - Dijo frío - Pero no esperes que vaya a buscarte por atrás, ni esperes un perdón de mi parte

- Eres un egoísta y te vas a quedar solo Billie - Cerré mi maleta y cargué al perrito

- Yo me voy a quedar solo? - Sonrió - Por favor ____, sabes cuantas mujeres me estuvieron rogando que esté con ellas mientras yo estaba contigo?

- Te hubieras ido con esas mujeres - Dije

- Y piensas que no lo hice? - Eso fue un cuchillo en mi pecho, me había dolido. Intentaba no llorar para no quedar débil frente al Billie que tenía adelante

- Me lo hubieras dicho y no me hubiera molestado en desperdiciar meses de mi vida en ti - Me acerqué a la puerta con lágrimas en los ojos - Me arrepiento tanto de haberte conocido

- Estamos en la misma situación, eres una histérica - Gritó - Debería haberte dejado hace meses

- A ti te gustaba esta histérica - Sonreí - Buena vida Billie, y no te preocupes, ahora me voy y no regresaré nunca - Cerré la puerta y antes de que pudiera dar un paso me quebré en llanto.

Odiaba amar a Billie como lo hago, cuando a él lo único que le importa es si tiene droga en su bolsillo. Me sentía enferma. Tomé aire y caminé, dejando atrás a Billie. Un ciclo de mi vida se había cerrado, y por más que me duela, era lo correcto. Billie debía recibir ayuda y yo debía seguir con mi vida.

- Al aeropuerto por favor - Dije subiendo a un taxi con lágrimas entre los ojos, alejándome de Billie. Llegué al aeropuerto y compré el primer vuelo a Nueva York. Mientras esperaba pensaba en todo lo vivido con Billie, quizás no me arrepentía de haberlo conocido, porque él me enseñó tantas cosas. Extraño a mi Billie mal cocinero y mal cantante, a quien podía pelearlo sin tener miedo a que me lastime, a quien podía molestarlo sin tener miedo a que me grite, a quien podía abrazar y besar cuando yo quisiera y no me tenia que fijar si él estaba de malhumor o no. De ese Billie me había enamorado yo, no de este frío, agresivo y perdido Billie.

"Pasajeros del vuelo número 483 con destino a Nueva York presentarse en puerta número 3"

Estaba levantando mi valija cuando mi celular comenzó a vibrar

- Hola - Dije con voz ronca

- No te vayas ____- Dijo desde el otro lado de la línea

- No Billie, no lo digas ahora. Sabes que debo hacerlo por el bien de los dos, te amo - Colgué la llamada y dejé mi teléfono en la silla. Tomé mi valija y a Dookie y caminé hacia la puerta número 3. Nueva vida, allá voy.

                              [. . .]

Llegué a Nueva York y me enamoré de la ciudad a primera vista. Esta sí era una forma de comenzar una nueva vida. La ciudad era como un planeta nuevo, aquí nadie se fijaba quién era la otra persona, ni se molestaba en hablar mal de otra persona. Aquí nadie sabía quien era yo, ni sabía mi pasado. Los primeros días no tenia en donde vivir y paraba en hoteles pequeñísimos que no estaban tan mal mientras buscaba trabajo, pero por suerte luego de mucho esfuerzo conseguí un empleo pequeño y toda mi vida comenzó a cambiar. De ese pequeño empleo en un estudio de abogados pequeño, conseguí otro en un lugar mas grande, y luego otro, y otro, y otro hasta que llegué a trabajar en Wall Street. Vivía en un departamento en Manhattan que no era una mansión, pero estaba bien para mí y mi pequeño Dookie. Poco a poco dejé de pensar en Billie. Hubieron días de debilidad que recordaba todo y tenía que ir a comprarme un pote grande de helado y comer hasta dormir mientras lloraba. Había visto por la televisión noticias de él, parece que entró a rehabilitación seis meses, me hacia feliz saber que él estaba bien y está mejorando.

Mi vida amorosa en Nueva York no era la mejor, tenía citas de vez en cuando, pero nadie me gustaba realmente. No buscaba a nadie, por el momento quería estar soltera, porque estaba bien así, estaba feliz con mi trabajo, mis amigas y mi perro.

- Dookie - Grité cuando volví del trabajo - Ven bebé, nos vamos a correr

Me puse mi ropa deportiva y mis auriculares y como todos los días Dookie y yo nos fuimos a correr a central Park. Amaba la vida en Nueva York. Estábamos corriendo cuando Dookie comenzó a correr para otra dirección y se soltó de mi agarré.

- Dookie vuelve aquí - Grité pero no me hizo caso - Dookie - Grité pero no volvióm Corrí atrás de él esquivando personas. El maldito perro no frenaba, ya llevábamos más de cinco cuadras y aún no bajaba la velocidad. - Dookie, amigo, basta - Gritaba y gritaba mientras lo perseguía. Mis piernas ya no aguantaban más.

Luego de unas siete cuadras el infeliz perro entró a un hotel enorme y lujoso donde había gente super elegante que me miraban mal con mi ropa deportiva y mi cabello desaliñado.

- Te tengo - Lo atrapé por atrás y conecte su correa al collar.

El perro miraba adelante y movía su cola. Levanté mi vista y ahí estaba él en el ascensor. Se lo veía tan maduro. Tenia más cara de hombre, más músculos, si se podían llamar así, rehabilitación le había echo muy bien. Todos y cada uno de nuestros momentos me vinieron a la cabeza. No dejaba de mirarlo mientras sonreía como idiota. Él y yo, llámalo destino o como quieras, pero estábamos destinados a estar juntos.

- Enana -Sonrió

- Hola, Bill - Sonreí