Capítulo 9

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El viaje era demasiado largo, y ya comenzaba a sentirme cansada.
Piero había cenado y quería irse a dormir.
Le cambié de ropa y nos fuimos a la cama.
O al menos eso queríamos hacer. Piero comenzó a sentir miedo y no tarda en empezar a llorar. Yo trato de abrazarle intentando sin éxito que se calme y pueda dormir.

En ese momento llega Eliel. Toma asiento al lado de mí. Mi pequeño busca su consuelo y se abraza a él apoyando su carita en su hombro.

- Tranquilo campeón, no nos va pasar nada, solo es el aire que hace que se mueva el avión. Pero el capitán de la tripulación lo tiene todo controlado. Tú eres todo un súper héroe, no debes de sentir miedo. - Piero deja de llorar, pero nose queda muy conforme. Sigue abrazado a Eliel durante un buen rato hasta quedarse dormido.

- Gracias, ya me ocupo yo. - Eliel deja a Piero encima de la cama, pero este no quiere separarse de él.

- Piero mi amor, Eliel debe de seguir trabajando, yo estaré contigo.

- Mami, dile que se quede, por fi. - Miro a Eliel y después a mi hijo.
Sin pensarlo, se quita los zapatos y los calcetines y se mete en la cama abrazando a Piero. Yo al otro lado también lo abrazo.
Así permanecemos un buen rato hasta que vemos que Piero está profundamente dormido.

- No sé cómo agradecerte todo lo que haces por mí hijo. No me explico como lo has hecho para que te quiera tanto en tan poco tiempo.

- Los niños son muy intuitivos y saben quién les da cariño y quién no. Yo me siento identificado con Piero, era tímido y siempre jugaba solo acompañando a todos lados a mi madre. Igual que Piero hace contigo.
Es un niño muy inteligente, dulce y bueno. Debes de quererlo mucho y sentirte orgullosa por él. Y él estará siempre feliz y orgulloso de tener una madre tan terca y con tan mal genio como tú.

- Eliel, si te refieres a lo de antes...quiero explicarte que yo...

- Tranquila Keila, tomate tú tiempo. Cuando estés preparada lánzate a mi cuello, yo te estaré esperando.
Y ahora descansa. Voy a terminar de trabajar y mañana me gustaría hablar contigo.

Eliel se levanta con cuidado para no despertar a Piero y se marcha dejando un gran vacío en mi interior.
Me acurruco al lado de Piero, lo miro pensando en lo que Eliel me ha dicho.
¿Cuánto tuvo que sufrir para ser un hombre tan resentido y con tanto odio fluir por sus venas?

Al despertar, me encuentro una imagen que me hace estremecerme.
Eliel duerme boca arriba abrazo a Piero el cual tiene su cabeza apoyada en su pecho. Les observo durante un buen rato notando palpitar la nostalgia en mi corazón.

- Buenos días Keila. ¿Cómo has dormido en las nubes?

- Buenos días, he podido dormir que no es poco. - Le dedico una sonrisa preciosa acompañada de una mirada de ternura.

- Ven un momento, tengo que hablar contigo. - Sin hacer ruido nos levantamos de la cama. Primero voy yo al baño, una vez que estoy lista salgo y busco a Eliel, el cual se encuentra sentado en un sofá de cuero con dos tazas de café preparadas en una mesa pequeña.

- Siéntate por favor. Necesito hablar contigo antes de que lleguemos a Sydney.

- Tú dirás, no me pongas nerviosa.

- Me gustas mucho cuando te pones roja como la grana. Ahora ese no es el asunto. Keila, quiero ser sincero contigo, el motivo por el cual te he traído ha sido porque me tienes que ayudar para firmar el contrato con el señor Kawert.

- Explícate, no me entero de nada.

- Debes hacerte pasar por mi mujer. El señor Kawert es un hombre muy religioso y chapado a la antigua, para poder cerrar este contrato pone como norma que los compradores debemos estar felizmente casados y seamos buenos padres. Si no hago lo que pide, haré de perder a mi jefe millones y yo acabaría en la guillotina.

La Sonrisa Que Siempre Soñaste ExisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora