Capítulo 21

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Continúo  a su lado sin apartar mis ojos de Eliel el cual ha adoptado una expresión más terrorífica. Fadela baja sus ojos hacia el piso para después mirar directamente al hombre que tiene delante.

—Nada puedo decir, salvo que yo como madre siempre he intentado que mi familia permanezca unida y acoplada a nuestras costumbres. Nunca he querido que mis hijos se descaminen de este entorno en el cual vivimos. Y ahí estaba mi hijo mayor, para demostrarme todo lo contrario.

—Hable de una vez, ¿qué fue lo que le hizo mi madre para que le hiciera tanto daño? Responda. —Eliel grita fuera de sí. Intento sujetarlo por su brazo frenando de alguna manera sus ansias de venganza.

Fadela vuelve a respirar hondo antes de pronunciarse y poder esclarecer todo esto.

—Tú madre fue la causa del porqué mi hijo me desobedeció. Incluso mi hijo quería dejarlo todo para casarse con ella. Por supuesto yo me negué, somos una familia respetada y no podía soportar estar de boca en boca. Por eso, actúe como una madre queriendo proteger a mi familia. Después de darme la noticia mi hijo, hablé con él para que desistiera en ese amor que decía tener por ella. Cuando ella se marchó hacia su país, yo le aconsejé de no volver más. Pero entonces llegó anunciando su embarazo. No podía soportar el que mi hijo se case con una mujer extrajera. Las leyes en el pueblo son muy duras y mi familia sería castigada por permitir que nazca un hijo fuera del matrimonio y más con una mujer que no es una Hatichi.

Lo único que me quedó fue poner a mi hijo en contra de aquella mujer, la cual me suplicó muchas veces que dejara libre a su hijo porque se amaban.

—Basta, ya no quiero escuchar nada más. El resto de la historia ya me la sé de memoria. —Eliel se aparta mirando hacia un lado donde se puede ver una gran hoguera.

—Fadela, ve esa hoguera, allí se está quemando todos sus recuerdos. Todo lo que por tanto ha luchado se está quemando, ya nada le queda. Absolutamente nada, ni casa, ni tierras ni nada. Todo es ahora de mi propiedad hasta que me devuelvan el dinero que he debido de pagar por el embargo.

Fadela cae de rodillas llorando. Es la primera vez que veo a una mujer depravada caer de esa forma tan derrotada suplicando perdón.

Eliel le observa desde su posición, su semblante es ahora más relajado, y aunque sus luceros sigan prendidos por la llama de la crueldad, él continúa hablando sobre su pasado y todo lo que le hizo sufrir la anciana que hay arrodillada en el suelo.

—Acuérdese de las veces que veníamos mi madre y yo para pedirle algo de comida, tenga memoria para adivinar porque le quemado todas sus pertenecías. Porque eso fue precisamente lo que hicieron a mi madre. Quemarle sus documentos para que no regresara a su país, la dejaron sin nada, y todo porque se enamoró de su hijo y no era de vuestra raza tuviste que tratarla tan cruel haciéndole la vida imposible por no someterse a tus necesidades. Te empeñaste en destruirla, y lo has conseguido, pero ahora verte así suplicando piedad hace que de por terminada esta venganza. No tienes nada Fadela, tú familia sabe la verdad, y ahora estás en boca de todo el mundo.

De pronto la gente comienza a murmurar, sus nietos siguen asombrados por haber descubierto algo que desconocían. Abdiel sale detrás de Eliel intentando que le explique lo que acaba de decir.

Eliel le deja claro que no hay nada que les una a pesar de ser medio hermanos. Pueden llevar la misma sangre, pero no quiere saber nada de esa familia.

Me quedo de pie viendo como Eliel se abre paso entre la gente saliendo por la puerta. Dejándome llevar por un impulso le sigo.

—Eliel, para debemos hablar.—Grito casi sin aliento tratando de darle alcance.

La Sonrisa Que Siempre Soñaste ExisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora