Presagio I

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Mediados del siglo XVII, el bosque de Serra (Italia)

- Animula vagula blandula, hospes comesques corporis quae nunc abibis in loca pallidula, rígida, nudula, nec, ut soles, dabis iocos -

Un grupo de mujeres se escontraban recitando unos versos en italiano, a media noche, en el bosque y postradas ante un ciervo ya muerto. Una de ellas, agarró el corazón del animal y acercándoselo al oído pudo percibir los últimos latidos de este.

- Tebe, los caballos están inquietos - le dijo Leptis, una de las mujeres que la acompañaban.

- El corazón todavía late - Tebe se levantó con el órgano en la mano.

- Hay más animales muertos -

- ¿Cuántos? - preguntó.

- Yo he contado doce - añadió la más joven del grupo, Míriam.

- Trece ciervos murieron la misma noche, tal vez el agua esté envenenada - la mujer pelirroja intervino en la conversación.

- No Janara, es que algo terrible está a punto de suceder - todas se miraron entre sí - Luna menguante, noche de presagios -

- Si nos ven aquí puede ser peligroso -

- Tienes razón Leptis, el momento que estamos esperando esta a punto de llegar - susurró - Janara es el momento de volver a nuestro antiguo hogar -

Y montandose cada una en su caballo abandonaron el húmedo y frío bosque.

[...]

A la mañana siguiente, Mimi acompañó a su abuela Yzma, que era partera al nacimiento de un hijo de la familia Gianbasttista.

- Ya viene - susurró la mujer embarazada - el dolor no cesa -

- Empuje si lo necesita - Yzma le agarraba la mano - no retenga al bebé -

- Siento que esta atascado -

- El bebé está listo - la partera se colocó entre las piernas de la mujer - Mimi ven aquí - llamó a su nieta que hasta el momento se habia mantenido a un lado de la habitación.

La rubia se acercó temblorosa a la cama donde se encontraban las otras dos mujeres, y con mucha delicadeza colocó sus manos en la barriga embarazada de Alessia.

- Se está muriendo, el bebé se está muriendo - fueron las primeras palabras de Mimi.

- ¡Que dice!, ¡que se vaya! - la mujer estaba angustiada.

- El reino de los muertos se está abriendo para él, puedo sentirlo - confesó.

- ¡Que se vaya!, es una bruja - Alessia no daba crédito con lo que esa muchacha le estaba diciendo - ¡bruja!, ¡lárgate bruja! -

Efectivamente el niño había muerto.

Tanto Yzma como su nieta marcharon de la habitación dejando a la mujer postrada en la cama y sin nada que hacer.

- No podemos irnos - se quejaba Mimi de su abuela.

- Ya no hay más nada que hacer, debemos largarnos ¡corre! - y colocándose la capucha de la capa salieron de alli.

En la habitación se quedó Alessia junto a su marido Carlo.

- Ha muerto sin ser bautizado - Carlo se lo comentaba a su hermano - he sentido como se movía en su vientre unos minutos antes -

- Maldita bruja, no hará más brujería hermano -

[...]

Mediados del Siglo XVII, Universidad de medicina en Roma (Italia).

Luna Nera // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora